LA RESISTENCIA
¿No ves?
Mi cara de cordero degollado ya esta aquí.
El impulso eléctrico.
No pongas resistencia.
Es mi columna vertebral
que se retuerce hacia tí,
torpe e intermitentemente
con las luces de emergencia.
Y cuando te beso mal,
con la corriente por la espina de la médula
en tu sitio y en tu línea un poco incrédula,
sacrificas lentamente al animal.
Iré a mi cuarto en soledad.
Hay un reloj para contar
los segundos como dientes que chirrían en el matadero.
Y no me sirve de escarmiento
ni el enésimo mandamiento, ni la piel de lobo escondida en el ropero.
Y cuando te beso mal,
con la corriente por la espina de la médula
en tu sitio y en tu línea un poco incrédula,
sacrificas lentamente al animal.
Te he besado.
Es la primera decisión que un cordero haya tomado.
¿No ves?
Mi cara de cordero degollado ya esta aquí.
El impulso eléctrico.
No pongas resistencia.
Es mi columna vertebral
que se retuerce hacia tí,
torpe e intermitentemente
con las luces de emergencia.
Y cuando te beso mal,
con la corriente por la espina de la médula
en tu sitio y en tu línea un poco incrédula,
sacrificas lentamente al animal.
Iré a mi cuarto en soledad.
Hay un reloj para contar
los segundos como dientes que chirrían en el matadero.
Y no me sirve de escarmiento
ni el enésimo mandamiento, ni la piel de lobo escondida en el ropero.
Y cuando te beso mal,
con la corriente por la espina de la médula
en tu sitio y en tu línea un poco incrédula,
sacrificas lentamente al animal.
Te he besado.
Es la primera decisión que un cordero haya tomado.