Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks.
Y en vez de fingir,
o estrellarme una copa de celos,le dio por reír.
De p***to me vi
como un perro de nadie ladrando a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravio,la miel en los labios
y escarcha en el pelo.
Tenían razón
mis amantes en eso de que antes el malo era yo.
Con una excepción:
esta vez,yo quería quererla querer y ella no.
Así que se fue...
me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas.
Desde el taxi y haciendo un exceso, me tiró dos besos: uno por mejilla.
Y regresé
a la maldición del cajón sin su ropa,
a la perdición de los bares de copas,
a las Cenicientas de saldo y esquina
y, por esas ventas del fino La Ina,
pagando las cuentas de gente sin alma
que pierde la calma con la cocaína,
volviéndome loco, derrochando la bolsa y
la vida la fui, poco a poco, dando por perdida.
Y eso que yo,
para no agobiar con flores a María,
para no asediarla con mi antología de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla con bisutería,
ni ser el fantoche que va en romería,con la cofradía
del Santo Reproche...
tanto la quería,
que tardé en aprender a olvidarla, diecinueve días
y quinientas noches.
Dijo "hola y adiós",
y el portazo sonó como un signo de interrogación.
Sospecho que así,
se vengaba, a través del olvido,Cupido de mí.
No pido perdón,
¿para qué? si me va a perdonar porque ya no le importa...
siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta.
Me abandonó
como se abandonan los zapatos viejos,
destrozó el cristal de mis gafas de lejos,
sacó del espejo su vivo retrato,
y fui tan torero por los callejones del juego y el vino, que ayer el portero me echó del casino de Torrelodones.
¡Qué pena tan grande!
negaría el Santo Sacramento en el mismo momento que ella me lo mande.
Y eso que yo,
para no agobiar con flores a María,
para no asediarla con mi antología de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería,con la cofradía del Santo Reproche...
tanto la quería,
que tardé en aprender a olvidarla, diecinueve días, diecinueve días, diecinueve días
y quinientas noches.
lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks.
Y en vez de fingir,
o estrellarme una copa de celos,le dio por reír.
De p***to me vi
como un perro de nadie ladrando a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravio,la miel en los labios
y escarcha en el pelo.
Tenían razón
mis amantes en eso de que antes el malo era yo.
Con una excepción:
esta vez,yo quería quererla querer y ella no.
Así que se fue...
me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas.
Desde el taxi y haciendo un exceso, me tiró dos besos: uno por mejilla.
Y regresé
a la maldición del cajón sin su ropa,
a la perdición de los bares de copas,
a las Cenicientas de saldo y esquina
y, por esas ventas del fino La Ina,
pagando las cuentas de gente sin alma
que pierde la calma con la cocaína,
volviéndome loco, derrochando la bolsa y
la vida la fui, poco a poco, dando por perdida.
Y eso que yo,
para no agobiar con flores a María,
para no asediarla con mi antología de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla con bisutería,
ni ser el fantoche que va en romería,con la cofradía
del Santo Reproche...
tanto la quería,
que tardé en aprender a olvidarla, diecinueve días
y quinientas noches.
Dijo "hola y adiós",
y el portazo sonó como un signo de interrogación.
Sospecho que así,
se vengaba, a través del olvido,Cupido de mí.
No pido perdón,
¿para qué? si me va a perdonar porque ya no le importa...
siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta.
Me abandonó
como se abandonan los zapatos viejos,
destrozó el cristal de mis gafas de lejos,
sacó del espejo su vivo retrato,
y fui tan torero por los callejones del juego y el vino, que ayer el portero me echó del casino de Torrelodones.
¡Qué pena tan grande!
negaría el Santo Sacramento en el mismo momento que ella me lo mande.
Y eso que yo,
para no agobiar con flores a María,
para no asediarla con mi antología de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería,con la cofradía del Santo Reproche...
tanto la quería,
que tardé en aprender a olvidarla, diecinueve días, diecinueve días, diecinueve días
y quinientas noches.