Saben las piedras a este lado,
de por qué las manos lloran.
Saben de cascos de caballos,
de quien vive de deshoras.
Saben del ruido del caer
del rocío en las pistolas.
Saben que nunca han de volver
las pisadas de la aurora.
Saben del dormir,
son el lecho del amor.
Cuando en las bocas no hay nada.
Saben del triste deambular,
de las ruedas de los carros.
De la miseria en el jergón,
de soñar, cuchara y barro.
Saben devolver en las fosas del dolor,
Las caricias del corazón que rodando va,
soñando ser piedra alada.
Uuuuuuuuu... y las lenguas ensuciadas.
Uuuuuuuuu... de guijarros, de palabras.
Uuuuuuuuu... y las uñas empedradas.
Y la libertad en lo puños quiere ser.
El abrazo de la razón que no entenderá.
De revolver el serrín, de desandar ni de fin.
De flotar en aceite con sudor.
De mañanas de gris.
Saben las piedras caminar
sobre la sombra del hambre
cuando no las coge nadie.
de por qué las manos lloran.
Saben de cascos de caballos,
de quien vive de deshoras.
Saben del ruido del caer
del rocío en las pistolas.
Saben que nunca han de volver
las pisadas de la aurora.
Saben del dormir,
son el lecho del amor.
Cuando en las bocas no hay nada.
Saben del triste deambular,
de las ruedas de los carros.
De la miseria en el jergón,
de soñar, cuchara y barro.
Saben devolver en las fosas del dolor,
Las caricias del corazón que rodando va,
soñando ser piedra alada.
Uuuuuuuuu... y las lenguas ensuciadas.
Uuuuuuuuu... de guijarros, de palabras.
Uuuuuuuuu... y las uñas empedradas.
Y la libertad en lo puños quiere ser.
El abrazo de la razón que no entenderá.
De revolver el serrín, de desandar ni de fin.
De flotar en aceite con sudor.
De mañanas de gris.
Saben las piedras caminar
sobre la sombra del hambre
cuando no las coge nadie.