Saltas al fin de tu lecho improvisado hoy
y es asfalto el color de los gestos que quedan en vos
ya has transitado todo lo que alguien pudiese caminar
entre álamos y brumas de hollín
regalando alguna idiota mirada
a quien ha creído en tu cara.
Lágrimas van descendiendo hasta tu nariz
juegos de amor que al crecer los perdiste y ya no sabés
si han sido en algún barrio o quizá nunca fueron realidad
descolgada tu existencia sufrió
inventando el todo está bien
cuando la verdad cotidiana te ahogaba.
Tus zapatos, tus dedos, tu ropa, alguna hoja de diario
tus pelos rapados, cien marcas en tu cara y los ojos
caídos ya hartos de tristeza tenés.
Las mejillas manchadas de tierra, los huesos a la vista
no ocultan miserias y algunas monedas
aprietan tus manos tan ásperas de calle.
Sé que tu horror también es el de mil como vos
basta ya de lavarnos las manos en vez de luchar
para terminar la farsa
del lamento que no te va a ayudar
si tal vez tenés un nombre
porque hoy no vamos a empezar aprendiéndolo
para llamarte.
y es asfalto el color de los gestos que quedan en vos
ya has transitado todo lo que alguien pudiese caminar
entre álamos y brumas de hollín
regalando alguna idiota mirada
a quien ha creído en tu cara.
Lágrimas van descendiendo hasta tu nariz
juegos de amor que al crecer los perdiste y ya no sabés
si han sido en algún barrio o quizá nunca fueron realidad
descolgada tu existencia sufrió
inventando el todo está bien
cuando la verdad cotidiana te ahogaba.
Tus zapatos, tus dedos, tu ropa, alguna hoja de diario
tus pelos rapados, cien marcas en tu cara y los ojos
caídos ya hartos de tristeza tenés.
Las mejillas manchadas de tierra, los huesos a la vista
no ocultan miserias y algunas monedas
aprietan tus manos tan ásperas de calle.
Sé que tu horror también es el de mil como vos
basta ya de lavarnos las manos en vez de luchar
para terminar la farsa
del lamento que no te va a ayudar
si tal vez tenés un nombre
porque hoy no vamos a empezar aprendiéndolo
para llamarte.