Una buena mañana empezé a perseguir al futuro con todas mis fuerzas
pues pensé: "No se encuentra tan lejos, es poca distancia, lo voy a alcanzar".
Yo corría y sudaba tras él, que seguía a su pedo con paso tranquilo.
Se doblaba de risa al sentirme detrás pero no se volvía jamás.
Cada vez que avanzaba el futuro, lo hacía con paso de quince gigantes,
cada paso que daba mi menda, avanzaba como una tortuga de mar.
Pero yo no cejaba en mi empeño y corrí cada vez más deprisa que antes.
Me acordé de esa peli mongólica que hay en que sale Tom Hanks: "Forrest Gump".
En la cima del mundo lo pude alcanzar y mostróme por fin su gepeto.
¡Vaya cara más fea que Picio! No creo que nunca la pueda olvidar.
Me pegó una grandiosa colleja, rodé y deshice el camino completo.
Me acordé de esa peli en que sale Chanquete, llamada "Volver a empezar".
Levanté la mirada de nuevo y cuál fue mi sorpresa, ¡menudo alboroto!
Cuatrocientos futuros distintos brotaban del sitio al que vine a parar.
Tal pereza me dio cotejar a la vez cuatrocientos destinos remotos
que por toda respuesta cogí, me agaché y allí mismo me puse a jiñar.
Y aquí me quedo, que ya he plantado un pino.
Sus hojas me hablarán mecidas por la brisa.
¡Ya vendrán más tarde el libro y el hijo!
Elijo mi destino y decido que no hay prisa.
pues pensé: "No se encuentra tan lejos, es poca distancia, lo voy a alcanzar".
Yo corría y sudaba tras él, que seguía a su pedo con paso tranquilo.
Se doblaba de risa al sentirme detrás pero no se volvía jamás.
Cada vez que avanzaba el futuro, lo hacía con paso de quince gigantes,
cada paso que daba mi menda, avanzaba como una tortuga de mar.
Pero yo no cejaba en mi empeño y corrí cada vez más deprisa que antes.
Me acordé de esa peli mongólica que hay en que sale Tom Hanks: "Forrest Gump".
En la cima del mundo lo pude alcanzar y mostróme por fin su gepeto.
¡Vaya cara más fea que Picio! No creo que nunca la pueda olvidar.
Me pegó una grandiosa colleja, rodé y deshice el camino completo.
Me acordé de esa peli en que sale Chanquete, llamada "Volver a empezar".
Levanté la mirada de nuevo y cuál fue mi sorpresa, ¡menudo alboroto!
Cuatrocientos futuros distintos brotaban del sitio al que vine a parar.
Tal pereza me dio cotejar a la vez cuatrocientos destinos remotos
que por toda respuesta cogí, me agaché y allí mismo me puse a jiñar.
Y aquí me quedo, que ya he plantado un pino.
Sus hojas me hablarán mecidas por la brisa.
¡Ya vendrán más tarde el libro y el hijo!
Elijo mi destino y decido que no hay prisa.