Letra: Celedonio Flores
Música: Carlos Gardel y José Razzano
Desde lejos se te embroca, pelandruna abacanada,
que naciste en la miseria de un cuartucho de arrabal,
pero hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada,
la manera de sentarte, de charlar o estar parada,
o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas del percal.
Ese cuerpo que hoy te marca los compases tentadores
del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,
mientras triunfa tu silueta y tu traje de colores
entre risas y piropos de muchachos seguidores,
con el humo de los puros y el champán de Armenonvil.
Son macanas: no fue un guapo haragán ni prepotente,
ni un cafishio veterano el que al vicio te largó;
vos rodaste por tu c**pa, y no fuiste inocentemente:
¡berretines de bacana que tenías en la mente
desde el día en que un magnate cajetilla te afiló!
Yo me acuerdo: no tenías casi nada que ponerte;
hoy usás ajuar de seda con rositas rococó...
¡Me revienta tu presencia, pagaría por no verte!
Si hasta el nombre te has cambiado como cambiaste de suerte:
ya no sos mi Margarita... ¡ahora te llaman Margot!
Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana
a un lujoso reservado del Petit o del Julien;
y tu vieja, pobre vieja, lava toda la semana
pa' poder llenar la olla con pobreza franciscana
en el triste conventillo alumbrado a querosén.
Aún me acuerdo: no tenías casi nada que ponerte;
hoy usás ajuar de seda con rositas rococó...
¡Me revienta tu presencia, pagaría por no verte!
Si hasta el nombre te has cambiado como cambiaste de suerte:
ya no sos mi Margarita... ¡ahora te llaman Margot!
Música: Carlos Gardel y José Razzano
Desde lejos se te embroca, pelandruna abacanada,
que naciste en la miseria de un cuartucho de arrabal,
pero hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada,
la manera de sentarte, de charlar o estar parada,
o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas del percal.
Ese cuerpo que hoy te marca los compases tentadores
del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,
mientras triunfa tu silueta y tu traje de colores
entre risas y piropos de muchachos seguidores,
con el humo de los puros y el champán de Armenonvil.
Son macanas: no fue un guapo haragán ni prepotente,
ni un cafishio veterano el que al vicio te largó;
vos rodaste por tu c**pa, y no fuiste inocentemente:
¡berretines de bacana que tenías en la mente
desde el día en que un magnate cajetilla te afiló!
Yo me acuerdo: no tenías casi nada que ponerte;
hoy usás ajuar de seda con rositas rococó...
¡Me revienta tu presencia, pagaría por no verte!
Si hasta el nombre te has cambiado como cambiaste de suerte:
ya no sos mi Margarita... ¡ahora te llaman Margot!
Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana
a un lujoso reservado del Petit o del Julien;
y tu vieja, pobre vieja, lava toda la semana
pa' poder llenar la olla con pobreza franciscana
en el triste conventillo alumbrado a querosén.
Aún me acuerdo: no tenías casi nada que ponerte;
hoy usás ajuar de seda con rositas rococó...
¡Me revienta tu presencia, pagaría por no verte!
Si hasta el nombre te has cambiado como cambiaste de suerte:
ya no sos mi Margarita... ¡ahora te llaman Margot!