Un hombre de frente a una ventana,
súper lúcida la mirada,
recorre el paisaje y no,
no, su interior es luna.
Son sombras lejanas del bosque,
es algo raro en las estrellas,
sonidos que inducen temor
y también melancolía, de esperar.
De esperar...
Esperar que ella vuelva, y le diga:
acá estoy mi amor, no existe el olvido,
acá estoy mi amor de vuelta.
He venido, ¿lo puedes creer?
No existe el olvido, mi amor, no existe...
Su mente inquieta se puebla de historias,
su cuerpo es solo memoria,
es eso que hay que sentir
con paciencia infinita.
Andando las calles ajenas
de hombres que al fin le dan pena,
campanas en la noche,
ruidos de melancolía, de esperar.
¿Qué esperar?
Esperar que ella vuelva, y le diga:
acá estoy mi amor, no existe el olvido,
acá estoy mi amor de vuelta.
He vencido, ¿lo puedes creer?
No existe el olvido, mi amor, no existe...
Delirio tremendo, ficción literaria,
secretos que fueron plegaria,
espejo maldito que al fin
duplicó toda su vida.
Andando las calles ajenas
de hombres que al fin le dan pena,
campanas en la noche,
ruidos de melancolía, de esperar.
¿Qué esperar?
Esperar que ella vuelva, y le diga:
acá estoy mi amor, no existe el olvido,
acá estoy mi amor de vuelta.
He vencido, ¿lo puedes creer?
No existe el olvido, mi amor, no existe...
súper lúcida la mirada,
recorre el paisaje y no,
no, su interior es luna.
Son sombras lejanas del bosque,
es algo raro en las estrellas,
sonidos que inducen temor
y también melancolía, de esperar.
De esperar...
Esperar que ella vuelva, y le diga:
acá estoy mi amor, no existe el olvido,
acá estoy mi amor de vuelta.
He venido, ¿lo puedes creer?
No existe el olvido, mi amor, no existe...
Su mente inquieta se puebla de historias,
su cuerpo es solo memoria,
es eso que hay que sentir
con paciencia infinita.
Andando las calles ajenas
de hombres que al fin le dan pena,
campanas en la noche,
ruidos de melancolía, de esperar.
¿Qué esperar?
Esperar que ella vuelva, y le diga:
acá estoy mi amor, no existe el olvido,
acá estoy mi amor de vuelta.
He vencido, ¿lo puedes creer?
No existe el olvido, mi amor, no existe...
Delirio tremendo, ficción literaria,
secretos que fueron plegaria,
espejo maldito que al fin
duplicó toda su vida.
Andando las calles ajenas
de hombres que al fin le dan pena,
campanas en la noche,
ruidos de melancolía, de esperar.
¿Qué esperar?
Esperar que ella vuelva, y le diga:
acá estoy mi amor, no existe el olvido,
acá estoy mi amor de vuelta.
He vencido, ¿lo puedes creer?
No existe el olvido, mi amor, no existe...