Anibal se instaló en Colegiales
y colgó sus años de joda de un clavo
que atravesó en la frente de su esposa.
Vendía muebles usados de oficina sobre Juan B. Justo
y consiguió a un crédito de 30.000 dólares
al 14,2 % de interés anual para un coqueto dos ambientes.
Su mujer era una azafata veterana en decadencia,
hacía buenos Daikiris mantenía la boca cerrada casi todo el tiempo
y tenía un chihuahua llamado Johnatan
que sufría una especie de sarna y era totalmente ciego.
Tenían una moderna cocina,
horno autolimpiante, toda la bola.
Anibal manejaba un Duna 92.
Eran tan felices.
Una noche Anibal paro en la YPF a la vuelta del trabajo.
Metió cuatro litros de nafta en un bidón
y un tubo de fernet que se tomó en el coche.
Fue a su casa empapó todo bien y le prendió fuego.
Se sento en el auto cagándose de risa mirándola arder,
rojo Independiente y naranja Sai Baba.
Despues Anibal puso una FM hitera
y agarró la Panamericana rumbo al norte.
Nunca había aguantado a ese perro.
y colgó sus años de joda de un clavo
que atravesó en la frente de su esposa.
Vendía muebles usados de oficina sobre Juan B. Justo
y consiguió a un crédito de 30.000 dólares
al 14,2 % de interés anual para un coqueto dos ambientes.
Su mujer era una azafata veterana en decadencia,
hacía buenos Daikiris mantenía la boca cerrada casi todo el tiempo
y tenía un chihuahua llamado Johnatan
que sufría una especie de sarna y era totalmente ciego.
Tenían una moderna cocina,
horno autolimpiante, toda la bola.
Anibal manejaba un Duna 92.
Eran tan felices.
Una noche Anibal paro en la YPF a la vuelta del trabajo.
Metió cuatro litros de nafta en un bidón
y un tubo de fernet que se tomó en el coche.
Fue a su casa empapó todo bien y le prendió fuego.
Se sento en el auto cagándose de risa mirándola arder,
rojo Independiente y naranja Sai Baba.
Despues Anibal puso una FM hitera
y agarró la Panamericana rumbo al norte.
Nunca había aguantado a ese perro.