Enrojecieron los campos
y las flores del romero,
y el sudor se volvió canto
del andar de jornalero.
Hombres tristes que cantando
van labrando su destino.
En sus rostros van marcando
la pobreza de su sino.
Con la cruz sobre sus vidas
las mujeres van llorando.
Con sus manos doloridas
los trigos siguen sembrando.
Con la cruz sobre sus vidas
en sus cantes van dejando
el dolor de sus heridas
en la tierra trabajando.
Campesinos tristes de mi Andalucía,
de mi Andalucía.
Andar los caminos al rayar el día
al rayar el día.
Oscurece por los campos
con el vuelo del mochuelo
en los terrones seca
el sudor del jornalero.
Hombres tristes que cantando
van labrando su destino.
En sus rostros van marcando
la pobreza de su sino.
Con la cruz sobre sus vidas
las mujeres van llorando.
Con sus manos doloridas
los trigos siguen sembrando.
Con la cruz sobre sus vidas
en sus cantes van dejando
el dolor de sus heridas
en la tierra trabajando.
Campesinos tristes de mi Andalucía,
de mi Andalucía.
Andar los caminos al rayar el día
al rayar el día.
Sobre un texto de Salvador Távora
y las flores del romero,
y el sudor se volvió canto
del andar de jornalero.
Hombres tristes que cantando
van labrando su destino.
En sus rostros van marcando
la pobreza de su sino.
Con la cruz sobre sus vidas
las mujeres van llorando.
Con sus manos doloridas
los trigos siguen sembrando.
Con la cruz sobre sus vidas
en sus cantes van dejando
el dolor de sus heridas
en la tierra trabajando.
Campesinos tristes de mi Andalucía,
de mi Andalucía.
Andar los caminos al rayar el día
al rayar el día.
Oscurece por los campos
con el vuelo del mochuelo
en los terrones seca
el sudor del jornalero.
Hombres tristes que cantando
van labrando su destino.
En sus rostros van marcando
la pobreza de su sino.
Con la cruz sobre sus vidas
las mujeres van llorando.
Con sus manos doloridas
los trigos siguen sembrando.
Con la cruz sobre sus vidas
en sus cantes van dejando
el dolor de sus heridas
en la tierra trabajando.
Campesinos tristes de mi Andalucía,
de mi Andalucía.
Andar los caminos al rayar el día
al rayar el día.
Sobre un texto de Salvador Távora