Son las nueve de la mañana.
Llaman a la puerta ¡maldita sea!
Con la cara de morder
y las legañas bien situadas.
¡Santo cielo! es una aparición,
un angelito disfrazado de mujer.
Me quiere vender el más allá.
Me froto los ojos... no estoy soñando.
Ella me habla del Señor
y yo le hablo del rabo del diablo.
Tiemblo sólo de pensar
en mi testiga de Jehová.
Por ti yo sería un converso;
y tú recitándome la biblia en verso.
Quizá, quizá, con mucho sacrificio...
mientras te miro con cara de vicio.
Tú me hablas de la salvación
y yo pensando en tu perdición.
No sé cuál es la razón
para estar dando largas al Paraíso.
Ella me habla...
Llaman a la puerta ¡maldita sea!
Con la cara de morder
y las legañas bien situadas.
¡Santo cielo! es una aparición,
un angelito disfrazado de mujer.
Me quiere vender el más allá.
Me froto los ojos... no estoy soñando.
Ella me habla del Señor
y yo le hablo del rabo del diablo.
Tiemblo sólo de pensar
en mi testiga de Jehová.
Por ti yo sería un converso;
y tú recitándome la biblia en verso.
Quizá, quizá, con mucho sacrificio...
mientras te miro con cara de vicio.
Tú me hablas de la salvación
y yo pensando en tu perdición.
No sé cuál es la razón
para estar dando largas al Paraíso.
Ella me habla...