La luna nos buscó desde su almena,
Cantó la acequia, palpitó el olivo,
Mi corazón, intrépido y cautivo,
Tendió las manos, fiel a tu cadena.
Qué sábanas de yerba y luna llena
Envolvieron el acto decisivo.
Qué medio día sudoroso y vivo
Enjalbego la noche de azucena.
Dios y sus cosas nos recocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
Dos bocas, una a otra, se bebían
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Por las esquinas verdes del encuentro
Las caricias, ansiosas, se perdían
Como en una espesura, cuerpo adentro
Por las esquinas verdes del encuentro.
Dios y sus cosas nos recocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Cantó la acequia, palpitó el olivo,
Mi corazón, intrépido y cautivo,
Tendió las manos, fiel a tu cadena.
Qué sábanas de yerba y luna llena
Envolvieron el acto decisivo.
Qué medio día sudoroso y vivo
Enjalbego la noche de azucena.
Dios y sus cosas nos recocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
Dos bocas, una a otra, se bebían
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Por las esquinas verdes del encuentro
Las caricias, ansiosas, se perdían
Como en una espesura, cuerpo adentro
Por las esquinas verdes del encuentro.
Dios y sus cosas nos recocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Dos bocas, una a otra, se bebían.
Dos bocas, una a otra, se bebían.