Dime si me vas a querer.
Soy hombre de poco hablar, Consuelo.
No tengo na que ofrecerte
un conuco, un gallo y un lucero.
Y la luna en la mañana
cuando entra por mí ventana, cielo.
Y los ríos y la montaña
y el peine que peina tu pelo.
Yo quisiera ofrecerte el mundo; y no puedo.
Na me tienes que ofrecer,
tu mirada es lo único que quiero.
Dormiremos cuando el día
se acueste encima del potrero.
Y los grillos su canto,
entre yerba y pastos soñaremos.
Y de tanto amor tu cuerpo
hará de mi vientre lo que espero.
Un retrato de tu cariño: te quiero.
Dime si me vas a querer.
Soy hombre de poco hablar, Consuelo.
No tengo na que ofrecerte
un conuco, un gallo y un lucero.
Y la luna en la mañana
cuando entra por mí ventana, cielo.
Y los ríos y la montaña
y el peine que peina tu pelo.
Yo quisiera ofrecerte el mundo; y no puedo
Soy hombre de poco hablar, Consuelo.
No tengo na que ofrecerte
un conuco, un gallo y un lucero.
Y la luna en la mañana
cuando entra por mí ventana, cielo.
Y los ríos y la montaña
y el peine que peina tu pelo.
Yo quisiera ofrecerte el mundo; y no puedo.
Na me tienes que ofrecer,
tu mirada es lo único que quiero.
Dormiremos cuando el día
se acueste encima del potrero.
Y los grillos su canto,
entre yerba y pastos soñaremos.
Y de tanto amor tu cuerpo
hará de mi vientre lo que espero.
Un retrato de tu cariño: te quiero.
Dime si me vas a querer.
Soy hombre de poco hablar, Consuelo.
No tengo na que ofrecerte
un conuco, un gallo y un lucero.
Y la luna en la mañana
cuando entra por mí ventana, cielo.
Y los ríos y la montaña
y el peine que peina tu pelo.
Yo quisiera ofrecerte el mundo; y no puedo