De madrugada,
cuando las calles se envuelven aun
en el manto de la noche
y las campanas sacuden los sueños
del pueblo aun dormido;
de madrugada,
cuando en silencio se acercan las viejas
a sus misas tempranas
y arrastra el aire el cálido al
de la tierra mojada.
Tú,
los clavos de mi cruz,
tú
y el reproche en tus bellos ojos
tú
y un triste amanecer
que empieza a despuntar
rozándome la piel.
Y yo,
culpable de traición,
yo
te traigo serenata, ya ves,
yo,
que ayer te hice llorar,
hoy me arrastro a tus pies.
Todas las noches
aquí, bajo tu ventana,
sentirás este lamento
sin consuelo de mí voz
que implora suplicando tu perdón,
mi vida.
Y si me niegas la palabra generosa
que devolvería el latido
a este ingrato corazón,
dime entonces para qué quiero vivir,
querida...
De madrugada,
cuando mis pasos resuenan solemnes
en el viejo empedrado
y hasta mi sombra se quiebra y se aleja
como dándome de lado.
- 0-
¡concédeme el perdón!
cuando las calles se envuelven aun
en el manto de la noche
y las campanas sacuden los sueños
del pueblo aun dormido;
de madrugada,
cuando en silencio se acercan las viejas
a sus misas tempranas
y arrastra el aire el cálido al
de la tierra mojada.
Tú,
los clavos de mi cruz,
tú
y el reproche en tus bellos ojos
tú
y un triste amanecer
que empieza a despuntar
rozándome la piel.
Y yo,
culpable de traición,
yo
te traigo serenata, ya ves,
yo,
que ayer te hice llorar,
hoy me arrastro a tus pies.
Todas las noches
aquí, bajo tu ventana,
sentirás este lamento
sin consuelo de mí voz
que implora suplicando tu perdón,
mi vida.
Y si me niegas la palabra generosa
que devolvería el latido
a este ingrato corazón,
dime entonces para qué quiero vivir,
querida...
De madrugada,
cuando mis pasos resuenan solemnes
en el viejo empedrado
y hasta mi sombra se quiebra y se aleja
como dándome de lado.
- 0-
¡concédeme el perdón!