Tristemente y a menudo
se da el caso de un obseso
un maldito hijo de puta
que cegado por el s**o
se apoya en la fuerza bruta
para desahogar su miembro.
En la otra cara,
mil lagrimas
empapan la dignidad
que ha sido perforada
por una mente irracional.
Su enfermedad
no se puede curar
solo cabe una solución
¡hay que castrar!
Sucesos y más sucesos
repugnan al personal
pero olvidan las agresionesque cada vez son más.
Pero lo más humillante
de esta sin razón
es que en ocasiones
es doble el dolor,
el sufrimiento y el miedo
se une a la frustración
de ahogarse en su esperanza
al saber que
la violación queda impune
y en su mente
por siempre el temor
ante una sentencia repugnante
¡fue provocación!
Su enfermedad
no se puede curar
solo cabe una solución
¡hay que castrar!
se da el caso de un obseso
un maldito hijo de puta
que cegado por el s**o
se apoya en la fuerza bruta
para desahogar su miembro.
En la otra cara,
mil lagrimas
empapan la dignidad
que ha sido perforada
por una mente irracional.
Su enfermedad
no se puede curar
solo cabe una solución
¡hay que castrar!
Sucesos y más sucesos
repugnan al personal
pero olvidan las agresionesque cada vez son más.
Pero lo más humillante
de esta sin razón
es que en ocasiones
es doble el dolor,
el sufrimiento y el miedo
se une a la frustración
de ahogarse en su esperanza
al saber que
la violación queda impune
y en su mente
por siempre el temor
ante una sentencia repugnante
¡fue provocación!
Su enfermedad
no se puede curar
solo cabe una solución
¡hay que castrar!