Si vas a presumir superación,
procurá no evidenciar
que soy tu recurrente pensamiento.
Se puso el sol entre las cándidas
paredes tristes de papel
que perfumaban de óxido
a mi almohada.
Crujió el horror de sus miradas,
y me incrustó en la piel
la perversión de perseguirte,
aunque no te de el alba.
La paternal sin nuestro rastro.
La algarabía que le arrebatamos,
después de habérsela proliferado.
Despide hastío el empedrado
que hacías de algodón
con cada aliento
que un diablo relojeaba
desde el umbral.
Anidado en tu recuerdo
comprendí que no
pudo pasarme algo mejor.
Sin embargo, al gran milagro
de tu perfección,
lo amordazaste en el terror.
Yo prometí darte unos versos.
Se me hizo tarde. Puede ser. O no.
Tal vez no fuimos más que los intentos.
O la expresión más infernal
en el cuentro de dos cuerpo.
Si vas a presumir superación
procurá no evidenciar
que soy tu recurrente pensamiento.
Hoy asistí a tus inventos.
Patética tu forma de menospreciar
tu más amado cuento.
Anidado en tu recuerdo
comprendí que no
pudo pasarme algo mejor.
Sin embargo, al gran milagro
de tu perfección,
lo amordazaste en el terror.
Eras un cisne azul en el pantano.
¿Cómo es posible que tus alas no
pudieran navegar por otros cielos?
Y aunque te ahogaste en tu moral,
yo prometí darte unos versos.
procurá no evidenciar
que soy tu recurrente pensamiento.
Se puso el sol entre las cándidas
paredes tristes de papel
que perfumaban de óxido
a mi almohada.
Crujió el horror de sus miradas,
y me incrustó en la piel
la perversión de perseguirte,
aunque no te de el alba.
La paternal sin nuestro rastro.
La algarabía que le arrebatamos,
después de habérsela proliferado.
Despide hastío el empedrado
que hacías de algodón
con cada aliento
que un diablo relojeaba
desde el umbral.
Anidado en tu recuerdo
comprendí que no
pudo pasarme algo mejor.
Sin embargo, al gran milagro
de tu perfección,
lo amordazaste en el terror.
Yo prometí darte unos versos.
Se me hizo tarde. Puede ser. O no.
Tal vez no fuimos más que los intentos.
O la expresión más infernal
en el cuentro de dos cuerpo.
Si vas a presumir superación
procurá no evidenciar
que soy tu recurrente pensamiento.
Hoy asistí a tus inventos.
Patética tu forma de menospreciar
tu más amado cuento.
Anidado en tu recuerdo
comprendí que no
pudo pasarme algo mejor.
Sin embargo, al gran milagro
de tu perfección,
lo amordazaste en el terror.
Eras un cisne azul en el pantano.
¿Cómo es posible que tus alas no
pudieran navegar por otros cielos?
Y aunque te ahogaste en tu moral,
yo prometí darte unos versos.