Los laberintos que dilapidan mis sueños (lóbregos guardias de este tren),
tienen por vicio platicarse con mi genio, y ajan mi onírico cuplé.
Abro los ojos escapando del tormento. Luzco sediento, y no sudé.
Rota de pánico, la imagen del espejo
busca aplacarse al comprender que hay tregua hasta la noche.
Furia del mar sobre el total de los paisajes que teje mi inconsciente.
Rayo lunar: fuego vivaz en su acuarela de mi amor inocente.
Persecución, y un callejón. Resoluciones mezquinas de la suerte
que me obsequió mi yo anterior y parecieran quedarse para siempre con mi relajación.
Los pervertidos que amenazan con recelo al porvernir de mi ilusión.
Esos, testigos de un lunático deseo. Rabian si empleo devoción.
Son los que piensan en un coto praderoso cuando reparan en mi haber.
Obvian que sólo con la música he podido salvar mi vida de caer en una eterna herida.
tienen por vicio platicarse con mi genio, y ajan mi onírico cuplé.
Abro los ojos escapando del tormento. Luzco sediento, y no sudé.
Rota de pánico, la imagen del espejo
busca aplacarse al comprender que hay tregua hasta la noche.
Furia del mar sobre el total de los paisajes que teje mi inconsciente.
Rayo lunar: fuego vivaz en su acuarela de mi amor inocente.
Persecución, y un callejón. Resoluciones mezquinas de la suerte
que me obsequió mi yo anterior y parecieran quedarse para siempre con mi relajación.
Los pervertidos que amenazan con recelo al porvernir de mi ilusión.
Esos, testigos de un lunático deseo. Rabian si empleo devoción.
Son los que piensan en un coto praderoso cuando reparan en mi haber.
Obvian que sólo con la música he podido salvar mi vida de caer en una eterna herida.