Obstinarse con el sueño,
vuelve al sueño un tanto hostil.
Y aunque el mundo no es gentil,
yo no renuncio a mis empeños.
¿Pero qué hago con el tiempo
que dedico en fustigar
el cinismo que el rufián
vuelca sobre nuestros cuerpos?
Hay mejillas de amapola
coloreando a un alma rota.
Voces vivas de algodones
que curan los corazones.
Yo me escapo del sufrir
si me quedo en sus vertientes.
Hice rechinar los dientes,
también, para sonreir, sonreir.
Quise dar con las estrellas,
y subí al más loco tren.
En el norte balbuceé:
la más linda está en la tierra.
Lleva piel de pachamama
y enamora al servidor
que es el más afín del sol:
el varón de las montañas.
Hay mejillas de amapola
coloreando a un alma rota.
Voces vivas de algodones
que curan los corazones.
Yo me escapo del sufrir
si me quedo en sus vertientes.
Hice rechinar los dientes,
también, para sonreir, sonreir.
vuelve al sueño un tanto hostil.
Y aunque el mundo no es gentil,
yo no renuncio a mis empeños.
¿Pero qué hago con el tiempo
que dedico en fustigar
el cinismo que el rufián
vuelca sobre nuestros cuerpos?
Hay mejillas de amapola
coloreando a un alma rota.
Voces vivas de algodones
que curan los corazones.
Yo me escapo del sufrir
si me quedo en sus vertientes.
Hice rechinar los dientes,
también, para sonreir, sonreir.
Quise dar con las estrellas,
y subí al más loco tren.
En el norte balbuceé:
la más linda está en la tierra.
Lleva piel de pachamama
y enamora al servidor
que es el más afín del sol:
el varón de las montañas.
Hay mejillas de amapola
coloreando a un alma rota.
Voces vivas de algodones
que curan los corazones.
Yo me escapo del sufrir
si me quedo en sus vertientes.
Hice rechinar los dientes,
también, para sonreir, sonreir.