Me dijiste "pintamé" y pinté una luna,
luna de cuarto menguante con un guante de podar,
que con la otra mano agita cacerolas
con el ruido de las olas que la tiene enamorá...
Y lloraste al verla, imagínate,
que te pinto yo a ti un sol radiante y lo pongo delante
pa cuando no estés.
Que me corten el gaznate si no veo que se baten
mariposas a tu andar.
Si no lloro una bahía cuando estés loca perdía
de conmigo cojear.
Te pedí que no me ataras
y empezamos con los nudos en las manos,
los grilletes y el bozal.
Que más tarde cuando el día ya no ejeza
con la camisa de fuerza nos pondremos a bailar.
Y trastabillar entre tanto pie,
que no sabe trabarnos ni sabe quitarnos las llaves del anochecer.
Que mala muerte me venga
o me rebanen la lengua si te quise querer mal.
Tú me diste tanta fiebre, yo te di perro por liebre
y nos quedamos en paz.
Que si la noche se estaba encuerando, no fue para verme.
Lo que querías: cincuenta en la cama.
Con quien, daba igual.
Con troncos viejos que con calaveras que esconden los dientes.
Con dedos largos, que nadie les queda para señalar.
Con los muñones que escriben derecho renglones torcidos,
con el olvido que siempre se acuerda de resucitar.
Con los relojes que me echan las cuentas y no han entendido
que no me he rendido, quise fracasar.
Que me ronden moscardones al olor de los cajones
que una vez cerré por ti.
Si palpitan cremalleras al compás de primaveras
que no las quieren abrir.
Que se caiga el sol a cachos y, con él, el dios borracho
que te quiso hacer sufrir,
que te echó su mal aliento, que yo transformé en cemento
para hacerte sonreír.
luna de cuarto menguante con un guante de podar,
que con la otra mano agita cacerolas
con el ruido de las olas que la tiene enamorá...
Y lloraste al verla, imagínate,
que te pinto yo a ti un sol radiante y lo pongo delante
pa cuando no estés.
Que me corten el gaznate si no veo que se baten
mariposas a tu andar.
Si no lloro una bahía cuando estés loca perdía
de conmigo cojear.
Te pedí que no me ataras
y empezamos con los nudos en las manos,
los grilletes y el bozal.
Que más tarde cuando el día ya no ejeza
con la camisa de fuerza nos pondremos a bailar.
Y trastabillar entre tanto pie,
que no sabe trabarnos ni sabe quitarnos las llaves del anochecer.
Que mala muerte me venga
o me rebanen la lengua si te quise querer mal.
Tú me diste tanta fiebre, yo te di perro por liebre
y nos quedamos en paz.
Que si la noche se estaba encuerando, no fue para verme.
Lo que querías: cincuenta en la cama.
Con quien, daba igual.
Con troncos viejos que con calaveras que esconden los dientes.
Con dedos largos, que nadie les queda para señalar.
Con los muñones que escriben derecho renglones torcidos,
con el olvido que siempre se acuerda de resucitar.
Con los relojes que me echan las cuentas y no han entendido
que no me he rendido, quise fracasar.
Que me ronden moscardones al olor de los cajones
que una vez cerré por ti.
Si palpitan cremalleras al compás de primaveras
que no las quieren abrir.
Que se caiga el sol a cachos y, con él, el dios borracho
que te quiso hacer sufrir,
que te echó su mal aliento, que yo transformé en cemento
para hacerte sonreír.