El domingo pasado
trepaba las colinas
averiguando un mundo
que ha rodeado la ciudad
de bosques de eucaliptos
de pinos y de encinas
de verde sobre verde
sol y viento matinal.
La cosa es que me andaba
por respirar de esta vida
que desde tiempos olvidados
habitan un lugar
donde se enseñorean
las distancias donde la vista
puede ir a donde quiera
ya no hay tanto que mirar.
Si me enamoro en este bosque
¿te imaginas?
si el mundo al fin de cuentas
me guardara un tiempo así
pudiera imaginarme
que las cosas que me quita
me las sabrá devolver
algún domingo junto a ti.
Tomado de tu mano
podría atrapar la llovizna
o al sol que en el arroyo
en las tardes se deja ver
si tu quieres besarme pues
te beso yo y se quita
la ligera sensación
de que hubo besos sin querer.
Un domingo en el bosque
por la tarde se camina
y se visitan lugares
donde puede ocurrir
que las sombras de los árboles
jugaran con la vista y
quisiera refugiarme en el
aroma de tu piel.
Y atardecer contigo
y el viento en tus cabellos
y el frágil de tu cuello
tan fácil de acariciar
tus valles y tus montes,
tus vueltas, tus senderos
los cubriría de luz
bajo este sol ornamental.
El domingo pasado
al ir trepando las colinas
por averiguar un mundo
que ha rodeado la ciudad
pensaba en ti y los árboles
jugaban con las vistas
de verde sobre verde,
sol y viento matinal.
Si me enamoro más del eco
de tu risa y si el mundo
a fin de cuentas
me ha guardado un tiempo así,
donde anda la promesa
que las cosas que me quita
me las sabrá devolver
otros domingos junto a ti.
trepaba las colinas
averiguando un mundo
que ha rodeado la ciudad
de bosques de eucaliptos
de pinos y de encinas
de verde sobre verde
sol y viento matinal.
La cosa es que me andaba
por respirar de esta vida
que desde tiempos olvidados
habitan un lugar
donde se enseñorean
las distancias donde la vista
puede ir a donde quiera
ya no hay tanto que mirar.
Si me enamoro en este bosque
¿te imaginas?
si el mundo al fin de cuentas
me guardara un tiempo así
pudiera imaginarme
que las cosas que me quita
me las sabrá devolver
algún domingo junto a ti.
Tomado de tu mano
podría atrapar la llovizna
o al sol que en el arroyo
en las tardes se deja ver
si tu quieres besarme pues
te beso yo y se quita
la ligera sensación
de que hubo besos sin querer.
Un domingo en el bosque
por la tarde se camina
y se visitan lugares
donde puede ocurrir
que las sombras de los árboles
jugaran con la vista y
quisiera refugiarme en el
aroma de tu piel.
Y atardecer contigo
y el viento en tus cabellos
y el frágil de tu cuello
tan fácil de acariciar
tus valles y tus montes,
tus vueltas, tus senderos
los cubriría de luz
bajo este sol ornamental.
El domingo pasado
al ir trepando las colinas
por averiguar un mundo
que ha rodeado la ciudad
pensaba en ti y los árboles
jugaban con las vistas
de verde sobre verde,
sol y viento matinal.
Si me enamoro más del eco
de tu risa y si el mundo
a fin de cuentas
me ha guardado un tiempo así,
donde anda la promesa
que las cosas que me quita
me las sabrá devolver
otros domingos junto a ti.