Retorciendo palabras de amor ...
Retorciendo palabras de amor ...
Los milenios son un decimal,
una suma de cifras de tiempo sin más,
voces nuevas, presentes, futuras, pasadas,
que van retorciendo palabras de amor,
construyendo edificios que no durarán,
un diseño de algo fugaz,
arquitectos de frases que me hacen dudar
y que intentan decirme que no sé lo que quiero.
No, no pretendas tener la razón,
no me vengas pidiendo perdón,
no me digas que ha sido un error, que lo sientes.
En fin, de que sirve un futuro ideal,
construido en terreno ilegal,
o un pasado que me hace dudar del presente.
Y yo, me defiendo atacándote así,
retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí,
retorciendo palabras de amor,
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.
No ...
Retorciendo palabras de amor ...
Retorciendo palabras de amor ...
Retorciendo palabras de amor ...
No ...
No, no te inventes un nuevo color,
transparente como una traición,
camuflaje para una ilusion de mi mente.
Por fin, los milenios son un decimal,
un trocito de tiempo fugaz,
algo efímero y, bien, poco más, sin ningún valor.
Y yo, me defiendo atacándote así,
retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí,
retorciendo palabras de amor,
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.
Y yo ...
Y yo ...
Los milenios son un decimal,
una suma de cifras de tiempo sin más,
voces nuevas, presentes, futuras, pasadas,
que van retorciendo palabras de amor,
construyendo edificios que no durarán,
un diseño de algo fugaz,
arquitectos de frases que me hacen dudar
y que intentan decirme que no sé lo que quiero.
Y yo, me defiendo atacándote así,
retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí,
retorciendo palabras de amor,
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.
Y yo ...
Retorciendo palabras de amor ...
Los milenios son un decimal,
una suma de cifras de tiempo sin más,
voces nuevas, presentes, futuras, pasadas,
que van retorciendo palabras de amor,
construyendo edificios que no durarán,
un diseño de algo fugaz,
arquitectos de frases que me hacen dudar
y que intentan decirme que no sé lo que quiero.
No, no pretendas tener la razón,
no me vengas pidiendo perdón,
no me digas que ha sido un error, que lo sientes.
En fin, de que sirve un futuro ideal,
construido en terreno ilegal,
o un pasado que me hace dudar del presente.
Y yo, me defiendo atacándote así,
retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí,
retorciendo palabras de amor,
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.
No ...
Retorciendo palabras de amor ...
Retorciendo palabras de amor ...
Retorciendo palabras de amor ...
No ...
No, no te inventes un nuevo color,
transparente como una traición,
camuflaje para una ilusion de mi mente.
Por fin, los milenios son un decimal,
un trocito de tiempo fugaz,
algo efímero y, bien, poco más, sin ningún valor.
Y yo, me defiendo atacándote así,
retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí,
retorciendo palabras de amor,
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.
Y yo ...
Y yo ...
Los milenios son un decimal,
una suma de cifras de tiempo sin más,
voces nuevas, presentes, futuras, pasadas,
que van retorciendo palabras de amor,
construyendo edificios que no durarán,
un diseño de algo fugaz,
arquitectos de frases que me hacen dudar
y que intentan decirme que no sé lo que quiero.
Y yo, me defiendo atacándote así,
retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí,
retorciendo palabras de amor,
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.
Y yo ...