Letra de Juan A. Caruso
Musica de Salvador Grupillo
Compuesto en 1925
Ya no queda un solo gaucho
de facón en la cintura,
de melena suelta al viento
y el chambergo echado atrás,
que en el pingo enhorquetado
atraviese la llanura
con un rítmico compás,
de la pampa, galopando,
la guitarra bien templada,
llena de cintas y flores,
como recuerdos de amores
que no han de volver jamás...
Ya no visten chiripá
"bota 'e potro", nazarenas,
no se cantan vidalitas
ni se baila el alegre pericón.
Ni allá bajo la enramada
terminadas las faenas,
se improvisan las payadas
noche a noche, a la rueda del fogón.
Raza noble de valientes
que en todos los entreveros
empuñaron los aceros
para darnos libertad.
Ellos fueron los primeros
que al toque de un zafarrancho
dejaron china y el rancho
para ir a derramar
su sangre en fieras trenzadas
por el sol de la bandera
que brilla como si fuera
el sol de la libertad.
Conquistaron en la guerra
esos gauchos indomables,
a puros golpes de sables
con bravura la justicia y la igualdad.
Y después de las batallas
y de trenzadas mezquinas,
en las manos de sus chinas
las heridas cada cual se iba a curar.
Musica de Salvador Grupillo
Compuesto en 1925
Ya no queda un solo gaucho
de facón en la cintura,
de melena suelta al viento
y el chambergo echado atrás,
que en el pingo enhorquetado
atraviese la llanura
con un rítmico compás,
de la pampa, galopando,
la guitarra bien templada,
llena de cintas y flores,
como recuerdos de amores
que no han de volver jamás...
Ya no visten chiripá
"bota 'e potro", nazarenas,
no se cantan vidalitas
ni se baila el alegre pericón.
Ni allá bajo la enramada
terminadas las faenas,
se improvisan las payadas
noche a noche, a la rueda del fogón.
Raza noble de valientes
que en todos los entreveros
empuñaron los aceros
para darnos libertad.
Ellos fueron los primeros
que al toque de un zafarrancho
dejaron china y el rancho
para ir a derramar
su sangre en fieras trenzadas
por el sol de la bandera
que brilla como si fuera
el sol de la libertad.
Conquistaron en la guerra
esos gauchos indomables,
a puros golpes de sables
con bravura la justicia y la igualdad.
Y después de las batallas
y de trenzadas mezquinas,
en las manos de sus chinas
las heridas cada cual se iba a curar.