Tango
Letra y Música (ir a la partitura): Emilio Fresedo
Paseo de Julio, tu vieja recova
recuerda otras horas que no olvidé.
Sembraron ropas en tu vereda
y en tus agencias pusieron miel.
Paseo de Julio, saludo primero
de los forasteros que alegres van.
Rudos sus cuerpos, como el acero,
buscando tierras que trabajar.
Y en esos cafétines,
guardados entre sombras,
soñaba un buen muchacho
que quiso de verdad.
Y al son de los violines
rimaba allí sus coplas,
bebiendo en cada rato
los sorbos de su mal.
Recuerdo que una noche,
muy pálido decía:
No sé qué hay en mi pecho,
me falla el corazón.
Y aquella misma noche,
la novia que tenía,
de un trazo había deshecho
su dicha, su ilusión.
Paseo de Julio, tu vieja recova
recuerda otras horas que no olvidé.
Sembraron ropas en tu vereda
y en tus agencias pusieron miel.
Paseo de Julio, saludo primero
de los forasteros que alegres van.
Rudos sus cuerpos, como el acero,
buscando tierras que trabajar.
Tus arcos como un puente
que pesan por sus años,
tus luces de colores,
tiraron mi ansiedad.
Y así al pasar enfrente
de aquél café el muchacho
se me cruzaba entonces
y quise preguntar.
Yo vi en la misma mesa
que aquél siempre ocupaba
un marinero amigo,
que fijo me miró.
Y cuando la cerveza
sus labios ya mojaba
me dijo: Fui testigo,
murió el pobre de amor.
Letra y Música (ir a la partitura): Emilio Fresedo
Paseo de Julio, tu vieja recova
recuerda otras horas que no olvidé.
Sembraron ropas en tu vereda
y en tus agencias pusieron miel.
Paseo de Julio, saludo primero
de los forasteros que alegres van.
Rudos sus cuerpos, como el acero,
buscando tierras que trabajar.
Y en esos cafétines,
guardados entre sombras,
soñaba un buen muchacho
que quiso de verdad.
Y al son de los violines
rimaba allí sus coplas,
bebiendo en cada rato
los sorbos de su mal.
Recuerdo que una noche,
muy pálido decía:
No sé qué hay en mi pecho,
me falla el corazón.
Y aquella misma noche,
la novia que tenía,
de un trazo había deshecho
su dicha, su ilusión.
Paseo de Julio, tu vieja recova
recuerda otras horas que no olvidé.
Sembraron ropas en tu vereda
y en tus agencias pusieron miel.
Paseo de Julio, saludo primero
de los forasteros que alegres van.
Rudos sus cuerpos, como el acero,
buscando tierras que trabajar.
Tus arcos como un puente
que pesan por sus años,
tus luces de colores,
tiraron mi ansiedad.
Y así al pasar enfrente
de aquél café el muchacho
se me cruzaba entonces
y quise preguntar.
Yo vi en la misma mesa
que aquél siempre ocupaba
un marinero amigo,
que fijo me miró.
Y cuando la cerveza
sus labios ya mojaba
me dijo: Fui testigo,
murió el pobre de amor.