Tango 1932
Música: Juan Ghirlanda
Letra: Roberto Maida
Igual que las estelas, que siguen las naves
yo marcharé constante detrás de tu querer,
mi amor es todo tuyo, muy tuyo, bien lo sabes
y por mi madre juro, que eterno habrá de ser...
No olvides que te quiero, ni dejes de quererme
ya sabes cuanto sufro si estás lejos de mí,
recibe muchos besos y ven p***t**o a verme
¡Son frases que tu pluma ha escrito para mi!
Carillas azules, pálidas y rosas
donde rezan cosas que hoy no puedo creer
jirones herejes, del sutil emblema
que flameó al poema del primer querer.
Frases primorosas que evocan rubores
y entonan amores que sintió mi ayer
esquelas que otrora fiaban sonrojos
y hoy nublan mis ojos si las vuelvo a leer.
Y yo, como los fieles que adoran a su Cristo,
con tanto sacro celo tu imagen adoré
que mi alma al fin de darte la dicha que aun persisto
te coronó la virgen de mi perenne fe:
Mas hoy cuando en los brazos del otro amor dichoso
te entregues extasiada de dicha y de placer,
no olvides que en silencio, con los ojos llorosos,
me abrazo a aquellas cartas, creyéndoles tu ser.
Música: Juan Ghirlanda
Letra: Roberto Maida
Igual que las estelas, que siguen las naves
yo marcharé constante detrás de tu querer,
mi amor es todo tuyo, muy tuyo, bien lo sabes
y por mi madre juro, que eterno habrá de ser...
No olvides que te quiero, ni dejes de quererme
ya sabes cuanto sufro si estás lejos de mí,
recibe muchos besos y ven p***t**o a verme
¡Son frases que tu pluma ha escrito para mi!
Carillas azules, pálidas y rosas
donde rezan cosas que hoy no puedo creer
jirones herejes, del sutil emblema
que flameó al poema del primer querer.
Frases primorosas que evocan rubores
y entonan amores que sintió mi ayer
esquelas que otrora fiaban sonrojos
y hoy nublan mis ojos si las vuelvo a leer.
Y yo, como los fieles que adoran a su Cristo,
con tanto sacro celo tu imagen adoré
que mi alma al fin de darte la dicha que aun persisto
te coronó la virgen de mi perenne fe:
Mas hoy cuando en los brazos del otro amor dichoso
te entregues extasiada de dicha y de placer,
no olvides que en silencio, con los ojos llorosos,
me abrazo a aquellas cartas, creyéndoles tu ser.