Tu belleza es como hálito de rosas
que despierta la embriaguez de un dulce amor
Tus encantos florecieron entre diosas
al conjuro de un preludio encantador.
Tan esbelta y majestuosa yo te admiro,
y te rindo mi mejor inspiración
y es por eso que al mirarte yo suspiro
con el ansia de mi pobre corazón.
Tus ojos de mora,
tu boca de guinda
tan roja y tan linda
quisiera besar.
Tus negros cabellos,
tu seno armonioso,
erguido y airoso
convida a soñar.
Tu frágil silueta,
tu rítmico paso
de reina es, acaso,
cautiva tu andar;
y toda tu gracia
me robó la calma;
por eso en el alma
te quiero llevar.
Pero a veces un fatal presentimiento
de no ser jamás tu dueño, ¡linda flor!,
me entristece y te lloro en mi aposento
como un niño que se queja de dolor.
Y más tarde, al contemplarte tan divina,
cual un ángel mensajero de ilusión,
no te creo ya imposible ni mezquina,
¡y de fiesta está mi amante corazón!
que despierta la embriaguez de un dulce amor
Tus encantos florecieron entre diosas
al conjuro de un preludio encantador.
Tan esbelta y majestuosa yo te admiro,
y te rindo mi mejor inspiración
y es por eso que al mirarte yo suspiro
con el ansia de mi pobre corazón.
Tus ojos de mora,
tu boca de guinda
tan roja y tan linda
quisiera besar.
Tus negros cabellos,
tu seno armonioso,
erguido y airoso
convida a soñar.
Tu frágil silueta,
tu rítmico paso
de reina es, acaso,
cautiva tu andar;
y toda tu gracia
me robó la calma;
por eso en el alma
te quiero llevar.
Pero a veces un fatal presentimiento
de no ser jamás tu dueño, ¡linda flor!,
me entristece y te lloro en mi aposento
como un niño que se queja de dolor.
Y más tarde, al contemplarte tan divina,
cual un ángel mensajero de ilusión,
no te creo ya imposible ni mezquina,
¡y de fiesta está mi amante corazón!