La lloraron violines en las quebradas,
con amor la bailaron las arribeñas,
recordaban los viejos sus años mozos
y rezaban su nombre: la huanchaqueña.
Para Huanchaca me juera
De buena gana, de buena gana
Para ver si me quiere
La huanchaqueña, la huanchaqueña.
Para ver si me quiere
La huanchaqueña, la huanchaqueña.
Amarillo es el oro,
Blanca la plata, blanca la plata.
Y negros son los ojos
Que a mi me matan, que a mi me matan.
Y negros son los ojos
Que a mi me matan, que a mi me matan.
Rancho de Cerro Pilcao
cuándo volveré, cuándo volveré
a vivir en el pago
donde me crié, donde me crié.
¡Ay, ay, ay, ay!
La huanchaqueña, la huanchaqueña.
Algún charango agreste le dio su gracia,
las quenas le arrimaron aires de ausencia,
y florecen pañuelos en todo el valle
cada vez que aparece la huanchaqueña.
Al pasar por Huanchaca,
me corté un dedo, me corté un dedo.
Salió una huanchaqueña,
me ató un pañuelo, me ató un pañuelo.
Salió una huanchaqueña,
me ató un pañuelo, me ató un pañuelo.
Dicen que no son tristes
las despedidas, las despedidas.
Decile al que te lo dijo
que se despida, que se despida.
Decile al que te lo dijo
que se despida, que se despida.
Rancho de Cerro Pilcao
cuándo volveré, cuándo volveré
a vivir en el pago
donde me crié, donde me crié.
¡Ay, ay, ay, ay!
Mi huanchaqueña, mi huanchaqueña.
con amor la bailaron las arribeñas,
recordaban los viejos sus años mozos
y rezaban su nombre: la huanchaqueña.
Para Huanchaca me juera
De buena gana, de buena gana
Para ver si me quiere
La huanchaqueña, la huanchaqueña.
Para ver si me quiere
La huanchaqueña, la huanchaqueña.
Amarillo es el oro,
Blanca la plata, blanca la plata.
Y negros son los ojos
Que a mi me matan, que a mi me matan.
Y negros son los ojos
Que a mi me matan, que a mi me matan.
Rancho de Cerro Pilcao
cuándo volveré, cuándo volveré
a vivir en el pago
donde me crié, donde me crié.
¡Ay, ay, ay, ay!
La huanchaqueña, la huanchaqueña.
Algún charango agreste le dio su gracia,
las quenas le arrimaron aires de ausencia,
y florecen pañuelos en todo el valle
cada vez que aparece la huanchaqueña.
Al pasar por Huanchaca,
me corté un dedo, me corté un dedo.
Salió una huanchaqueña,
me ató un pañuelo, me ató un pañuelo.
Salió una huanchaqueña,
me ató un pañuelo, me ató un pañuelo.
Dicen que no son tristes
las despedidas, las despedidas.
Decile al que te lo dijo
que se despida, que se despida.
Decile al que te lo dijo
que se despida, que se despida.
Rancho de Cerro Pilcao
cuándo volveré, cuándo volveré
a vivir en el pago
donde me crié, donde me crié.
¡Ay, ay, ay, ay!
Mi huanchaqueña, mi huanchaqueña.