Yo nací en un conventillo
de la calle Olavarría,
y me acunó la armonía
de un concierto de cuchillos.
Viejos patios de ladrillos
donde quedaron grabadas
sensacionales payadas
y, al final del contrapunto,
amasijaban a un punto
p'amenizar la velada.
Cuando pude alzar el vuelo,
pianté del barro al asfalto,
pretendí volar tan alto
que casi me vengo al suelo.
Como el zorro perdí el pelo
pero agarré la manía
de lofiar la gilería
y al primer punto boliao
con algún fato estudiao
dejarlo en Pampa y la vía.
Una noche, un tal Loyola
me embroco en un guay fulero,
batida, bronca, taquero,
celular, biaba y gayola;
di concierto de pianola
manyando minga'e solfeo
y, aunque me tengo por feo,
colgué mi fotografía
donde está la galería
de los ases del choreo.
Hoy que estoy en los cuarenta,
en el debe de la vida,
chapé una mina raída
que tiene más de la cuenta.;
ando en un auto polenta,
diqueándome noche y día
sin saber la gilería
que me está envidiando el brillo,
que nací en un conventillo
de la calle Olavarría.
de la calle Olavarría,
y me acunó la armonía
de un concierto de cuchillos.
Viejos patios de ladrillos
donde quedaron grabadas
sensacionales payadas
y, al final del contrapunto,
amasijaban a un punto
p'amenizar la velada.
Cuando pude alzar el vuelo,
pianté del barro al asfalto,
pretendí volar tan alto
que casi me vengo al suelo.
Como el zorro perdí el pelo
pero agarré la manía
de lofiar la gilería
y al primer punto boliao
con algún fato estudiao
dejarlo en Pampa y la vía.
Una noche, un tal Loyola
me embroco en un guay fulero,
batida, bronca, taquero,
celular, biaba y gayola;
di concierto de pianola
manyando minga'e solfeo
y, aunque me tengo por feo,
colgué mi fotografía
donde está la galería
de los ases del choreo.
Hoy que estoy en los cuarenta,
en el debe de la vida,
chapé una mina raída
que tiene más de la cuenta.;
ando en un auto polenta,
diqueándome noche y día
sin saber la gilería
que me está envidiando el brillo,
que nací en un conventillo
de la calle Olavarría.