Que me equivoque y vuelva andar en desaliño
contrabandeándole al cariño corazones,
un viento gélido agresivo, inoportuno
enamorando cada endija de la noche.
Que me equivoque y vuelva a ser piedra de río,
inconmovible contra el paso de la lluvia,
un privilegio del suspiro, un condenado
al duro golpe del olvido en la armadura.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
no va la bohemia a clausurarme las heridas,
y la canción que no me ataque la garganta
no es la canción que irá llevarme a la otra orilla.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
porque le falta condición y sobran años
y espero un hijo que alimente mi cordura
justo hacia el borde irrepetible del verano.
Que me confunda mariposas y vestidos
hasta obligar la travesía de los sueños
y vuelva atrás los ojos limpios de fortuna,
escudriñando el corazón del universo.
Que me equivoque y deje huir lo que las aguas
fueron puliendo alrededor de mi quebranto,
no queda edad ya para el riesgo desmedido
y del fracaso no quisiera otro zarpazo.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
aun queda más que el lento paso de los días,
que al loco caminar, un tonto tropezar
y no quisiera a estas alturas la caída.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
del equilibrio, tengo azares y consuelos,
y a fuerza de aventuras la piel se nos madura
y viene el desaliento... y viene el desaliento.
contrabandeándole al cariño corazones,
un viento gélido agresivo, inoportuno
enamorando cada endija de la noche.
Que me equivoque y vuelva a ser piedra de río,
inconmovible contra el paso de la lluvia,
un privilegio del suspiro, un condenado
al duro golpe del olvido en la armadura.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
no va la bohemia a clausurarme las heridas,
y la canción que no me ataque la garganta
no es la canción que irá llevarme a la otra orilla.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
porque le falta condición y sobran años
y espero un hijo que alimente mi cordura
justo hacia el borde irrepetible del verano.
Que me confunda mariposas y vestidos
hasta obligar la travesía de los sueños
y vuelva atrás los ojos limpios de fortuna,
escudriñando el corazón del universo.
Que me equivoque y deje huir lo que las aguas
fueron puliendo alrededor de mi quebranto,
no queda edad ya para el riesgo desmedido
y del fracaso no quisiera otro zarpazo.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
aun queda más que el lento paso de los días,
que al loco caminar, un tonto tropezar
y no quisiera a estas alturas la caída.
De eso nada amiga mía, de eso nada,
del equilibrio, tengo azares y consuelos,
y a fuerza de aventuras la piel se nos madura
y viene el desaliento... y viene el desaliento.