En el abismo donde habitan mudos
tu voz, tu voz, tu voz, tu voz, tu voz,
tu inteligencia cruel desata el nudo
tu corazón brutal, tus ojos dos.
En el abismo de las escaleras
anda, andar, andar y qué más dá,
si tu zapato es fiel y tus ojeras
mejor soñar, mejor no averiguar.
Un escalón, otro escalón
y en el descanso algún soneto,
llega discreto, llega y se vá.
Dos mil sonetos, novecientas liras,
en el abismo de versificar,
hasta el espejo que en silencio mira,
diría tus versos si pudiera hablar.
La superficie de mercurio inmemorial,
remedo de objetos, sabe secretos que no dirá.
En el abismo de tantas mentiras,
decir verdades suena demencial:
"Menesterosos, jueces adiposos, locos ambiciosos,
amantes miedosos, poetas vanales, vicios ancestrales,
pecados veniales, engaños enormes y municipales".
En tus abismos de versos de liras
en tu apellido Amor, en tí poesía,
tres mil sonetos, mil quinientas liras,
necesitamos Pita todavía.
tu voz, tu voz, tu voz, tu voz, tu voz,
tu inteligencia cruel desata el nudo
tu corazón brutal, tus ojos dos.
En el abismo de las escaleras
anda, andar, andar y qué más dá,
si tu zapato es fiel y tus ojeras
mejor soñar, mejor no averiguar.
Un escalón, otro escalón
y en el descanso algún soneto,
llega discreto, llega y se vá.
Dos mil sonetos, novecientas liras,
en el abismo de versificar,
hasta el espejo que en silencio mira,
diría tus versos si pudiera hablar.
La superficie de mercurio inmemorial,
remedo de objetos, sabe secretos que no dirá.
En el abismo de tantas mentiras,
decir verdades suena demencial:
"Menesterosos, jueces adiposos, locos ambiciosos,
amantes miedosos, poetas vanales, vicios ancestrales,
pecados veniales, engaños enormes y municipales".
En tus abismos de versos de liras
en tu apellido Amor, en tí poesía,
tres mil sonetos, mil quinientas liras,
necesitamos Pita todavía.