Su cuerpo es una aldea
donde me refugio cuando truena en el cielo
y tiemblan los follajes de mis venas
y las agrupaciones de mi pelo.
Su cuerpo dulce y hondo
y sus dos brazos claros como ríos sin puentes
donde me oculto con mis tempestades
y las constelaciones furiosas de mis dientes.
Vientos como caballos
me pisan todo el pecho de pan de amapolas
pero voy a su cuerpo
y su cuerpo me lava la sangre con sus olas.
Olas blancas y largas
en cuyos precipicios y cimas espumosas
recobro mis batallas
pero las que se ganan con caricias grandiosas.
Sólo su cuerpo dulce
en medio de estos días con sabor a ceniza
y a semana nocturna
sobre la matutina tela de la camisa.
Miel tibia; leche tibia;
y el rumor de la sangre sobre la piel delgada,
el rumor de la vida
bajo la piel desnuda y levantada.
Sólo su cuerpo dulce
para el mío da fibras y de zumos amargos
que ya está fatigado
de las noches oscuras y los caminos largos.
donde me refugio cuando truena en el cielo
y tiemblan los follajes de mis venas
y las agrupaciones de mi pelo.
Su cuerpo dulce y hondo
y sus dos brazos claros como ríos sin puentes
donde me oculto con mis tempestades
y las constelaciones furiosas de mis dientes.
Vientos como caballos
me pisan todo el pecho de pan de amapolas
pero voy a su cuerpo
y su cuerpo me lava la sangre con sus olas.
Olas blancas y largas
en cuyos precipicios y cimas espumosas
recobro mis batallas
pero las que se ganan con caricias grandiosas.
Sólo su cuerpo dulce
en medio de estos días con sabor a ceniza
y a semana nocturna
sobre la matutina tela de la camisa.
Miel tibia; leche tibia;
y el rumor de la sangre sobre la piel delgada,
el rumor de la vida
bajo la piel desnuda y levantada.
Sólo su cuerpo dulce
para el mío da fibras y de zumos amargos
que ya está fatigado
de las noches oscuras y los caminos largos.