Sigo coleccionando orejas en casa cual cuerdo, las cuelgo con chinchetas por las paredes por el techo y por el suelo, así da gusto hablar, me siento escuchado, escuchado de verdad, pero a muchas orejas de viejos les sigue creciendo el pelo negro y da un poco de asco, parecen crines de caballos colgando, por eso hoy salgo al espacio campo, ¿qué nos encontramos?, a tu madre paseando con un caballo, ella le da la mano, él le ofrece el mango, menuda minga comenta ella, él relincha: cállate puta puerca, pero como ella no entiende el lenguaje del caballo, sonríe tímidamente, yo que lo entiendo perfectamente me descojono brutalmente, el perisodáctilo se la inserta ruralmente, puta mierda que salga el sol, me toma por náufrago y me lanza una escalera de caracol, paso, veo una cebra con jersey de rombos al cuello, voy a por ella y la convierto en paso, luego paso por encima, en el espacio campo no hay parquímetros, hay metros de parque para que nadie aparque, colina arriba diviso una cabra de cuatro milímetros, juega al desmarque, Vlademir está cazando caracoles en Marte, decido ir a visitarle sin prisas, Vlademir me revela que tiene tres hijas, le pregunto, ¿y eso?, me responde que nunca desayuna torrijas, no te rijas por nada que no elijas, no corrijas a quien no rige, jamás, mi león marino no va de guaperas ni de rey de la selva ni lleva melenas pero ruge más, Tröikadedra está en Europa, en la Luna de Júpiter, Edward Albee debió renunciar al Pulitzer, amo Quién teme a Virginia Woolf, cómo empieza y termina el primer acto, ¡me cago en dios!