Del barrio de las Latas
se vino pa Corrientes
con un par de alpargatas
y pilchas indecentes;
la suerte tan mistonga
un tiempo lo trató,
hasta que al fin, un día,
Beltrán se acomodó.
Hoy lo vemos por las calles
de Corrientes y Esmeralda,
estribando unas polainas
que dan
mucho dique al pantalón;
no se acuerda que en Boedo
arreglaba chancha'e bochas,
ni de aquella vieja chocha
por él
que mil veces lo ayudó.
Y allá, de tarde en tarde,
haciendo comentarios,
las viejas, con los chismes,
revuelven todo el barrio
y dicen en voz baja,
al verlo un gran señor:
"¿Tal vez algún descuido
que el mozo aprovechó?"
Pero yo, que sé la historia
de la vida del muchacho
-que del barrio de los Tachos
llegó,
por su pinta, hasta el salón-,
aseguro que fue un lance
que quebró su mala racha:
una vieja muy ricacha
con quien
el muchacho se casó.
se vino pa Corrientes
con un par de alpargatas
y pilchas indecentes;
la suerte tan mistonga
un tiempo lo trató,
hasta que al fin, un día,
Beltrán se acomodó.
Hoy lo vemos por las calles
de Corrientes y Esmeralda,
estribando unas polainas
que dan
mucho dique al pantalón;
no se acuerda que en Boedo
arreglaba chancha'e bochas,
ni de aquella vieja chocha
por él
que mil veces lo ayudó.
Y allá, de tarde en tarde,
haciendo comentarios,
las viejas, con los chismes,
revuelven todo el barrio
y dicen en voz baja,
al verlo un gran señor:
"¿Tal vez algún descuido
que el mozo aprovechó?"
Pero yo, que sé la historia
de la vida del muchacho
-que del barrio de los Tachos
llegó,
por su pinta, hasta el salón-,
aseguro que fue un lance
que quebró su mala racha:
una vieja muy ricacha
con quien
el muchacho se casó.