Después de vagar en el frío espacio durante milenios, llegaste un día y la envoltura azul de la tierra te atrajo.
Pensaste tal vez que sería un color ideal para tu desarrollo, y dejaste caer tus esporas en busca de apoyo.
El agua las recibió y se hincharon buscando en la alquimia eterna de su metabolismo la razón de su equilibrio.
Llegó el día en que las esporas, ya organizadas, se tornaron en hojas sobre el agua, y la paz idílica en que vivían le hacían creer que el interminable vagar en busca del paraíso había terminado. Pedían agua, aire, calor y paz.
Entonces pensaste: "Ya es hora de manifestar mi contento, y para ello sacaré una flor que me identifique, y que sea prueba de gratitud con el medio."
Y nació de las horas sobre el agua un hermoso loto blanco.
Florecer significaba un esfuerzo terrible, ya que había algo que andaba mal.
El calor y la luz ya no eran suficientes, y había una apatía general que lo inhibía.
Y entonces sucumbió, no por medio, sino porque su vida se extinguió al florecer.
Fue la última manifestación de su presencia; dejó una marchita flor sobre las aguas y se fue, pero prometió volver en el próximo otoño.
Pensaste tal vez que sería un color ideal para tu desarrollo, y dejaste caer tus esporas en busca de apoyo.
El agua las recibió y se hincharon buscando en la alquimia eterna de su metabolismo la razón de su equilibrio.
Llegó el día en que las esporas, ya organizadas, se tornaron en hojas sobre el agua, y la paz idílica en que vivían le hacían creer que el interminable vagar en busca del paraíso había terminado. Pedían agua, aire, calor y paz.
Entonces pensaste: "Ya es hora de manifestar mi contento, y para ello sacaré una flor que me identifique, y que sea prueba de gratitud con el medio."
Y nació de las horas sobre el agua un hermoso loto blanco.
Florecer significaba un esfuerzo terrible, ya que había algo que andaba mal.
El calor y la luz ya no eran suficientes, y había una apatía general que lo inhibía.
Y entonces sucumbió, no por medio, sino porque su vida se extinguió al florecer.
Fue la última manifestación de su presencia; dejó una marchita flor sobre las aguas y se fue, pero prometió volver en el próximo otoño.