Que silben los champús,
que salten las tostadas requemadas.
Silencios de edificio,
repiquen las ventanas mal cerradas.
Que el cielo aguante azul,
ondeen nuestras sábanas tan bien manchadas.
Se ensucien nuestras manos,
saluden al pasar los veranos.
"Ey, ey, ey, ¿Qué pasa?"
Era ella corriendo hacia mí,
"¿Qué pasa?".
Nos dimos un abrazo
y ella volvió al bar, al trabajo.
Y allí me quedé aturdido, abismado,
con un postre en mi mano...
¿Desde cuándo alguien es capaz de dar
más de doscientos pasos para mí?
Así que no pedí qué pasa.
Se griten los vecinos,
que espere en el rellano el enemigo.
Ya es casi mediodía, martes,
y ella sigue aquí dormida.
que salten las tostadas requemadas.
Silencios de edificio,
repiquen las ventanas mal cerradas.
Que el cielo aguante azul,
ondeen nuestras sábanas tan bien manchadas.
Se ensucien nuestras manos,
saluden al pasar los veranos.
"Ey, ey, ey, ¿Qué pasa?"
Era ella corriendo hacia mí,
"¿Qué pasa?".
Nos dimos un abrazo
y ella volvió al bar, al trabajo.
Y allí me quedé aturdido, abismado,
con un postre en mi mano...
¿Desde cuándo alguien es capaz de dar
más de doscientos pasos para mí?
Así que no pedí qué pasa.
Se griten los vecinos,
que espere en el rellano el enemigo.
Ya es casi mediodía, martes,
y ella sigue aquí dormida.