Monólogo (a Teté Vergara)
Silvio Rodríguez
Favor, no se molesten,
que p***to me estoy yendo;
no vine a perturbarles
y menos a ofenderlos.
Vi luz en las ventanas
y oí voces cantando
y, sin querer, ya estaba tocando.
Yo también me alegraba
entre amigos y cuerdas,
con licores y damas,
mas ¿de eso quien se acuerda?
Una vez fui famoso,
siempre andaba viajando:
aquí traigo una foto,
actuando.
Me recordaron tiempos
de sueños e ilusiones.
Perdonen a este viejo,
perdonen.
Ya casi me olvidaba
pero, para mañana,
van a dar buen pescado,
hoy nos llegaron papas
y verduras en latas
al puesto del mercado.
En cuanto llegue y coma
me voy para la zona,
por lo de la basura.
Como la noche avanza
los dejo con la danza,
el canto y la c**tura.
Disculpen la molestia,
ya me llevo mi boca.
A mi edad la cabeza
a veces se trastoca.
En la alegría de ustedes
distinguí mis promesas
y todo me parece
que empieza.
Favor, no se molesten,
que casi me estoy yendo;
no quise perturbarles
y menos ofenderlos.
Vi luz en las ventanas
y oí voces cantando
y, sin querer, ya estaba soñando.
Vivo en la vieja casa
de la bombilla verde.
Si por allí pasaran,
recuerden.
Cuenta Silvio: «Teté Vergara es uno de esos seres con quiénes uno tiene una deuda interna impagable. Su amor, su paciencia, su sabiduria y hasta el sofá de su salita eran mi refugio hace años, cuando empezaba a cantar. Y contaba cosas que con el paso del tiempo en vez de alejarse se me abalanzaban como si aquellos cuentos de ella jugaran a ser profecías.»
Silvio Rodríguez
Favor, no se molesten,
que p***to me estoy yendo;
no vine a perturbarles
y menos a ofenderlos.
Vi luz en las ventanas
y oí voces cantando
y, sin querer, ya estaba tocando.
Yo también me alegraba
entre amigos y cuerdas,
con licores y damas,
mas ¿de eso quien se acuerda?
Una vez fui famoso,
siempre andaba viajando:
aquí traigo una foto,
actuando.
Me recordaron tiempos
de sueños e ilusiones.
Perdonen a este viejo,
perdonen.
Ya casi me olvidaba
pero, para mañana,
van a dar buen pescado,
hoy nos llegaron papas
y verduras en latas
al puesto del mercado.
En cuanto llegue y coma
me voy para la zona,
por lo de la basura.
Como la noche avanza
los dejo con la danza,
el canto y la c**tura.
Disculpen la molestia,
ya me llevo mi boca.
A mi edad la cabeza
a veces se trastoca.
En la alegría de ustedes
distinguí mis promesas
y todo me parece
que empieza.
Favor, no se molesten,
que casi me estoy yendo;
no quise perturbarles
y menos ofenderlos.
Vi luz en las ventanas
y oí voces cantando
y, sin querer, ya estaba soñando.
Vivo en la vieja casa
de la bombilla verde.
Si por allí pasaran,
recuerden.
Cuenta Silvio: «Teté Vergara es uno de esos seres con quiénes uno tiene una deuda interna impagable. Su amor, su paciencia, su sabiduria y hasta el sofá de su salita eran mi refugio hace años, cuando empezaba a cantar. Y contaba cosas que con el paso del tiempo en vez de alejarse se me abalanzaban como si aquellos cuentos de ella jugaran a ser profecías.»