Dedico esto a mis momentos de soledad y al silencio que es testigo. A mis manos que en sangre escriben el desprecio en hojas negras, mi desprecio por hienas hambientas, hoy de este lado estoy, una vision mas clara, blanco o negro ya no hay dudas no hay miedos. Yo soy la muerte misma, tome esta savia en mis manos, la hice vida en mi, la esperanza a muerto y solo doy valor a lo renacido en mi. Solo aguardo al odio y su justicia, y que el cielo mismo arda en llamas. Si ese es el destino, pues que el cielo arda en llamas. Solo veo hienas hambrientas de deseo, lujos roles disfrazados de cordero, disfrazados de tolerancia. Estare en su mira, mi silencio es testigo, me defendere entre mi sangre, sangre viva pero negra. Atacare tambien, no lo duden, asi vea en sus rostros mi propio rostro. Y se elevaran plegarias pidiendo perdon a su dios, y no habra perdon, pues no habra un dios para nadie. Y estare riendo... ¿ardiendo? estare ardiendo tal vez, pero arder tendra una razon.