Podíamos habernos disfrazado
De azafatas, como un reo de la elite.
Podíamos mimar los postulados
de cadenas que te alientan con su hit.
Optamos por solear tristes urgencias.
Por cantar una dolencia marginal.
Lo hicimos porque matan las ausencias
que el sistema delibera propagar.
Podíamos rendirnos ante el yugo
Del vil oportunismo del sillón.
Ceder a los patrones de lo absurdo,
y estar a su predisposición.
La magia de la escuela independiente,
la honra de fraguar la autogestion,
se acaba si la vanidad interviene.
El sueño es del que lo hace por amor.
Nosotros, que aún creemos en la gente
que no cree en lo que crea una canción,
pensamos que la conciencia indecente
se transforma al conectarse al corazón.
Nosotros, que ofendemos la vanguardia
de un anciano que la quiere establecer,
transitamos jubilosos la maraña
porque el barro vuelve noble al quehacer.
Podíamos rendirnos ante el yugo
Del vil oportunismo del sillón.
Ceder a los patrones de lo absurdo,
y estar a su predisposición.
La magia de la escuela independiente,
la honra de fraguar la autogestion,
se acaba si la vanidad interviene.
El sueño solo entiende de pasión.
Lo cierto es que elevamos las banderas
de las panzas que apremiaban rebelión.
Lo cierto es que, sin nada en la heladera,
se nos llena de vació la razón.
De azafatas, como un reo de la elite.
Podíamos mimar los postulados
de cadenas que te alientan con su hit.
Optamos por solear tristes urgencias.
Por cantar una dolencia marginal.
Lo hicimos porque matan las ausencias
que el sistema delibera propagar.
Podíamos rendirnos ante el yugo
Del vil oportunismo del sillón.
Ceder a los patrones de lo absurdo,
y estar a su predisposición.
La magia de la escuela independiente,
la honra de fraguar la autogestion,
se acaba si la vanidad interviene.
El sueño es del que lo hace por amor.
Nosotros, que aún creemos en la gente
que no cree en lo que crea una canción,
pensamos que la conciencia indecente
se transforma al conectarse al corazón.
Nosotros, que ofendemos la vanguardia
de un anciano que la quiere establecer,
transitamos jubilosos la maraña
porque el barro vuelve noble al quehacer.
Podíamos rendirnos ante el yugo
Del vil oportunismo del sillón.
Ceder a los patrones de lo absurdo,
y estar a su predisposición.
La magia de la escuela independiente,
la honra de fraguar la autogestion,
se acaba si la vanidad interviene.
El sueño solo entiende de pasión.
Lo cierto es que elevamos las banderas
de las panzas que apremiaban rebelión.
Lo cierto es que, sin nada en la heladera,
se nos llena de vació la razón.