Contra todos.
Otra vez me levanto contra todos.
Si la vida..., me vuelvo a preguntar.
Si en la vida me vuelvo a equivocar...
Ahora qué, ahora que estoy, que estoy tan solo,
dime, para buscarte, dónde estás,
que yo sé que hay otra manera:
del destino no me dejo llevar.
He buscado la vida entera
y he encontrado la forma de escapar:
me salí del camino a caminar.
Necesaria.
Para mí esta canción es necesaria.
Todo el mundo me dice: ¿Para qué,
si ella nunca, ella nunca va a volver?
Y por eso les llevo la contraria,
y por eso me vuelvo del revés.
Siempre voy a contracorriente,
de la noche, el color, yo quiero ver,
y apartarme más de la gente
y alejarme de todo en lo que creen
y olvidar la manera de volver.
¡Ay!, al camino recto, por el más torcido,
vengo directo, ¡ay!, a hablar contigo
de nuestros derechos constitutivos.
Y a la pálida luz de la luna,
llega una duda;
me pregunta si ya no te espero.
Y esta flor, que ya sabes que es tuya,
se descapulla,
recordando el roce de tus pelos.
No, que nunca te vuelva a ver,
que no te vuelva a rozar,
decidió el amanecer.
Aire, aire que me falta el aire.
Aire, que me falta el suelo.
Aire, aquí hace falta un trueno.
Por ti, la luz de la Aurora
se queja de verte sola,
y ahora llega más temprano.
Y a mí, la luz de la luna
no quiere dejarme a oscuras,
y me lleva de la mano
a abrazarte cuando estoy perdido.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Y lanzarme al vacío.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Frío, frío, frío.
Incendiario.
Todos dicen que soy un incendiario,
que enciendo hogueras solo con hablar
y que morir no me importa y me da igual
hasta el día en que caerá en el calendario.
Y es que no me preocupa tropezar
siempre con la misma piedra,
de cabeza me tengo que pegar
siempre con la misma piedra.
Del pasado nada puedo cambiar,
el futuro lo estoy cambiando ya.
¡Ay!, al camino recto, por el más torcido,
vengo derecho, ¡ay!, a hablar contigo
de nuestros defectos constitutivos.
Y a la pálida luz de la luna,
llega una duda;
me pregunta si ya no te espero.
Y esta flor, que ya sabes que es tuya,
se descapulla,
recordando el roce de tus pelos
y abrazarte cuando estoy perdido.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Y lanzarme al vacío.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Frío, frío, frío.
y abrazarte cuando estoy perdido.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Y lanzarme al vacío.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Frío, frío, frío.
Otra vez me levanto contra todos.
Si la vida..., me vuelvo a preguntar.
Si en la vida me vuelvo a equivocar...
Ahora qué, ahora que estoy, que estoy tan solo,
dime, para buscarte, dónde estás,
que yo sé que hay otra manera:
del destino no me dejo llevar.
He buscado la vida entera
y he encontrado la forma de escapar:
me salí del camino a caminar.
Necesaria.
Para mí esta canción es necesaria.
Todo el mundo me dice: ¿Para qué,
si ella nunca, ella nunca va a volver?
Y por eso les llevo la contraria,
y por eso me vuelvo del revés.
Siempre voy a contracorriente,
de la noche, el color, yo quiero ver,
y apartarme más de la gente
y alejarme de todo en lo que creen
y olvidar la manera de volver.
¡Ay!, al camino recto, por el más torcido,
vengo directo, ¡ay!, a hablar contigo
de nuestros derechos constitutivos.
Y a la pálida luz de la luna,
llega una duda;
me pregunta si ya no te espero.
Y esta flor, que ya sabes que es tuya,
se descapulla,
recordando el roce de tus pelos.
No, que nunca te vuelva a ver,
que no te vuelva a rozar,
decidió el amanecer.
Aire, aire que me falta el aire.
Aire, que me falta el suelo.
Aire, aquí hace falta un trueno.
Por ti, la luz de la Aurora
se queja de verte sola,
y ahora llega más temprano.
Y a mí, la luz de la luna
no quiere dejarme a oscuras,
y me lleva de la mano
a abrazarte cuando estoy perdido.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Y lanzarme al vacío.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Frío, frío, frío.
Incendiario.
Todos dicen que soy un incendiario,
que enciendo hogueras solo con hablar
y que morir no me importa y me da igual
hasta el día en que caerá en el calendario.
Y es que no me preocupa tropezar
siempre con la misma piedra,
de cabeza me tengo que pegar
siempre con la misma piedra.
Del pasado nada puedo cambiar,
el futuro lo estoy cambiando ya.
¡Ay!, al camino recto, por el más torcido,
vengo derecho, ¡ay!, a hablar contigo
de nuestros defectos constitutivos.
Y a la pálida luz de la luna,
llega una duda;
me pregunta si ya no te espero.
Y esta flor, que ya sabes que es tuya,
se descapulla,
recordando el roce de tus pelos
y abrazarte cuando estoy perdido.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Y lanzarme al vacío.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Frío, frío, frío.
y abrazarte cuando estoy perdido.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Y lanzarme al vacío.
Dime dónde estás.
Frío, frío, frío.
Frío, frío, frío.