Letra de Francisco García Jiménez.
Compuesto en 1924.
Pasó
la sombra cruel de una duda,
y en el romance de amor
clavó el dolor
su zarpa ruda;
y allí
donde tu boca querida
puso el alma en el besar,
fue a balbucear
la despedida...
Jardín,
que encantadoras promesas
ayer, no más, perfumó,
hoy es mansión
de mis tristezas!...
Ciprés,
donde grabamos antaño
juramentos de los dos,
testigo fue
del triste adiós.
Cita fatal
la del injusto "Fin",
no he de olvidar
que en ella te perdí,
que mi vida se extravió,
que comenzó
mi desventura...
No he de olvidar la emoción
con que estreché
la mano que con pasión
tanto besé...
Que nuestro labio, al partir,
debió sentir
perder la dicha de amar
y perdonar...
Mas el labio y la pasión
y el corazón
enmudecieron!...
Y ahogada en llanto la voz
dimos los dos
en un suspiro el adiós.
Pasó
la sombra cruel de una duda,
y en el romance de amor
clavó el dolor
su zarpa ruda;
y allí
donde tu boca querida
puso el alma en el besar,
fue a balbucear
la despedida...
Un cruel
orgullo vano y reacio,
atrajo el viento traidor
que destruyó
nuestro palacio.
Y hoy,
ya tarde, enfermo y vencido,
aprendiendo en el dolor,
de tu querer
hoy sé el valor...
Compuesto en 1924.
Pasó
la sombra cruel de una duda,
y en el romance de amor
clavó el dolor
su zarpa ruda;
y allí
donde tu boca querida
puso el alma en el besar,
fue a balbucear
la despedida...
Jardín,
que encantadoras promesas
ayer, no más, perfumó,
hoy es mansión
de mis tristezas!...
Ciprés,
donde grabamos antaño
juramentos de los dos,
testigo fue
del triste adiós.
Cita fatal
la del injusto "Fin",
no he de olvidar
que en ella te perdí,
que mi vida se extravió,
que comenzó
mi desventura...
No he de olvidar la emoción
con que estreché
la mano que con pasión
tanto besé...
Que nuestro labio, al partir,
debió sentir
perder la dicha de amar
y perdonar...
Mas el labio y la pasión
y el corazón
enmudecieron!...
Y ahogada en llanto la voz
dimos los dos
en un suspiro el adiós.
Pasó
la sombra cruel de una duda,
y en el romance de amor
clavó el dolor
su zarpa ruda;
y allí
donde tu boca querida
puso el alma en el besar,
fue a balbucear
la despedida...
Un cruel
orgullo vano y reacio,
atrajo el viento traidor
que destruyó
nuestro palacio.
Y hoy,
ya tarde, enfermo y vencido,
aprendiendo en el dolor,
de tu querer
hoy sé el valor...