Tenía la boca llena y hinchada de confianza. De ganas de hacer promesas. Pero no pude hacerlas porque me dio el ataque. Tuve que levantarme ante tus padres. Pensé también en felicitarles. No parecía importarte que no conduzca a ninguna parte. Veníamos de una boda. Todo vino por la broma de Cádiz y de Ginebra. Fue serio lo de aquella foto en Roma. Mi mejor defensa fue aquel ataque de risa en la autopista.