Comencé al amanecer y seguí
así hasta que el sol huyó. (Jairo
aúlla) Días después,
aún no sé si conseguí
escribir una canción de amor.
Regresé al hogar, dije: "Madre,
¿ha acabado la guerra?" "No,
hijo, no, y seguirá mucho después de
que mueras." Creí haberme encontrado
y estaba aún más perdido.
Comencé a cojear cual chucho malherido.
Y atenté contra ti, traicioné a mi
familia. Fui un periódico con sólo
malas noticias. Jamás te c**paría,
yo también me hubiera ido. ¿Por
qué no abandonar a un chucho malherido?
Así que fui a mi iglesia a rezar. Le
pregunté a San Alfaro: "¿Hay
algo que pueda hacer para purgar mis
pecados?" Él tuvo a bien responderme
con el más bello ladrido que jamás
oyó perruzo malherido.
(Nacho silba)
Y quiero que sepas que no es la mala vida la que
me mata. Que no, que es la vida entera. Toda,
toda, toda ella.
Y el día de mi funeral, si acuden mis
amantes, diles que por una vez se pongan algo
elegante. Que un mínimo decoro es lo
único que pido para el triste final del
chucho malherido.
Y si dejo deudas di que las anoten en la arena.
La marea sabrá liquidar todas ellas. Me
tomaron por humano, qué más da, si
el olvido no entiende de hombres ni de chuchos
malheridos.
Los años pasarán, tú me habrás olvidado.
Aunque si fuera por mí, ojalá de vez en cuando
recuerdes lo muchísimo que en vida te han querido
cierto chucho torpe, tonto y malherido.
Porque él te ha querido. Sí,
él te ha querido. ¡Él te ha querido!
así hasta que el sol huyó. (Jairo
aúlla) Días después,
aún no sé si conseguí
escribir una canción de amor.
Regresé al hogar, dije: "Madre,
¿ha acabado la guerra?" "No,
hijo, no, y seguirá mucho después de
que mueras." Creí haberme encontrado
y estaba aún más perdido.
Comencé a cojear cual chucho malherido.
Y atenté contra ti, traicioné a mi
familia. Fui un periódico con sólo
malas noticias. Jamás te c**paría,
yo también me hubiera ido. ¿Por
qué no abandonar a un chucho malherido?
Así que fui a mi iglesia a rezar. Le
pregunté a San Alfaro: "¿Hay
algo que pueda hacer para purgar mis
pecados?" Él tuvo a bien responderme
con el más bello ladrido que jamás
oyó perruzo malherido.
(Nacho silba)
Y quiero que sepas que no es la mala vida la que
me mata. Que no, que es la vida entera. Toda,
toda, toda ella.
Y el día de mi funeral, si acuden mis
amantes, diles que por una vez se pongan algo
elegante. Que un mínimo decoro es lo
único que pido para el triste final del
chucho malherido.
Y si dejo deudas di que las anoten en la arena.
La marea sabrá liquidar todas ellas. Me
tomaron por humano, qué más da, si
el olvido no entiende de hombres ni de chuchos
malheridos.
Los años pasarán, tú me habrás olvidado.
Aunque si fuera por mí, ojalá de vez en cuando
recuerdes lo muchísimo que en vida te han querido
cierto chucho torpe, tonto y malherido.
Porque él te ha querido. Sí,
él te ha querido. ¡Él te ha querido!