Si cada hora vino con su muerte.
Si el tiempo era una cueva de ladrones.
Los aires ya no eran buenos aires.
La vida nada más que un blanco móvil.
Usted, preguntará por qué cantamos.
Si los nuestros quedaron sin abrazo.
La patria casi muerta de tristeza.
Y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que explotara la vergüenza
Usted, preguntará por qué cantamos.
Cantamos porque el río está sonando
y cuando el río suena, suena el río .
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todos
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
Si fuimos lejos como un horizonte.
Si aquí quedaron árboles y cielo.
Si cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro.
Usted preguntará por qué cantamos.
Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida.
Y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante.
Y no es bastante el llanto ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo, en aquel fruto,
cada pregunta tiene su respuesta
Si el tiempo era una cueva de ladrones.
Los aires ya no eran buenos aires.
La vida nada más que un blanco móvil.
Usted, preguntará por qué cantamos.
Si los nuestros quedaron sin abrazo.
La patria casi muerta de tristeza.
Y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que explotara la vergüenza
Usted, preguntará por qué cantamos.
Cantamos porque el río está sonando
y cuando el río suena, suena el río .
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todos
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
Si fuimos lejos como un horizonte.
Si aquí quedaron árboles y cielo.
Si cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro.
Usted preguntará por qué cantamos.
Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida.
Y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante.
Y no es bastante el llanto ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo, en aquel fruto,
cada pregunta tiene su respuesta