Desde Navolato vengo,
dicen que nací en El Roble,
me dicen que soy arriero,
porque les chiflo y se paran,
sí le aviento el sombrero,
ya verán como reparan.
¡Ay ay ay!,
¡ay mamá por Dios!,
por Dios que borracho vengo,
que me siga la tambora,
que me toquen el quelite,
después el niño perdido,
y por último el torito,
pa' que vean como me pinto,
¡ay, ay, ay!
¡ay mamá por Dios!
Me dicen enamorado,
pero de eso nada tengo,
todos me dicen el negro,
negrito pero con suerte,
porque si me salta un gallo,
no me le rajó a la muerte.
¡Ay ay ay!,
¡ay mamá por Dios!,
por Dios que borracho vengo,
que me siga la tambora,
que me toquen el quelite,
después el niño perdido,
y por último el torito,
pa' que vean como me pinto,
¡ay, ay, ay!
¡ay mamá por Dios!
Soy del mero Sinaloa,
donde se rompen las olas,
y busco uno que ande solo,
y que no tenga querida,
pa' no estar comprometida,
cuando resulte la bola.
¡Ay ay ay!,
¡ay mamá por Dios!,
por Dios que borracho vengo,
que me siga la tambora,
que me toquen el quelite,
después el niño perdido,
y por último el torito,
pa' que vean como me pinto,
¡ay, ay, ay!
¡ay, ay, ay!
dicen que nací en El Roble,
me dicen que soy arriero,
porque les chiflo y se paran,
sí le aviento el sombrero,
ya verán como reparan.
¡Ay ay ay!,
¡ay mamá por Dios!,
por Dios que borracho vengo,
que me siga la tambora,
que me toquen el quelite,
después el niño perdido,
y por último el torito,
pa' que vean como me pinto,
¡ay, ay, ay!
¡ay mamá por Dios!
Me dicen enamorado,
pero de eso nada tengo,
todos me dicen el negro,
negrito pero con suerte,
porque si me salta un gallo,
no me le rajó a la muerte.
¡Ay ay ay!,
¡ay mamá por Dios!,
por Dios que borracho vengo,
que me siga la tambora,
que me toquen el quelite,
después el niño perdido,
y por último el torito,
pa' que vean como me pinto,
¡ay, ay, ay!
¡ay mamá por Dios!
Soy del mero Sinaloa,
donde se rompen las olas,
y busco uno que ande solo,
y que no tenga querida,
pa' no estar comprometida,
cuando resulte la bola.
¡Ay ay ay!,
¡ay mamá por Dios!,
por Dios que borracho vengo,
que me siga la tambora,
que me toquen el quelite,
después el niño perdido,
y por último el torito,
pa' que vean como me pinto,
¡ay, ay, ay!
¡ay, ay, ay!