Niño de todas las mañanas,
dibuja sus manos,
no quiere decir.
Ojos de las tardes en calma,
ojos que alejan hasta volver.
Oboi, oboi... oboi.
Nube que no late sin el viento,
lo ilumina la estrella fugaz.
No hay temor en él,
hay solo vida...
vida sin preguntas y sin ayer.
Oboi, oboi... oboi.
Ya no alcanzan las horas de mi tiempo,
él sabe las mareas que volverán.
Ya no hay eco en este cielo alto,
solo que su grito
es un rayo que escapa.
Si la luz iluminara un día
nombraría tu vida, tu vida.
Solo el tiempo lava las heridas
y la inmensa noche vuelve a ser luz.
Oboi, oboi... oboi.
Ya no vemos más que las sombras,
no hay señal que lo traiga aquí.
Y si vuela libre y es blanco de una honda,
todo se apaga, empieza y termina.
Hoy escucho todo en tu silencio,
voces y miradas de un mundo que fue...
Pesa más tu espera que mi apuro
y he de estar siempre aquí,
siempre, hasta morir.
Oboi, oboi... oboi.
dibuja sus manos,
no quiere decir.
Ojos de las tardes en calma,
ojos que alejan hasta volver.
Oboi, oboi... oboi.
Nube que no late sin el viento,
lo ilumina la estrella fugaz.
No hay temor en él,
hay solo vida...
vida sin preguntas y sin ayer.
Oboi, oboi... oboi.
Ya no alcanzan las horas de mi tiempo,
él sabe las mareas que volverán.
Ya no hay eco en este cielo alto,
solo que su grito
es un rayo que escapa.
Si la luz iluminara un día
nombraría tu vida, tu vida.
Solo el tiempo lava las heridas
y la inmensa noche vuelve a ser luz.
Oboi, oboi... oboi.
Ya no vemos más que las sombras,
no hay señal que lo traiga aquí.
Y si vuela libre y es blanco de una honda,
todo se apaga, empieza y termina.
Hoy escucho todo en tu silencio,
voces y miradas de un mundo que fue...
Pesa más tu espera que mi apuro
y he de estar siempre aquí,
siempre, hasta morir.
Oboi, oboi... oboi.