Quema esas cartas donde yo he grabado,
sólo y enfermo mi desgracia atroz;
que nadie sepa que te quise tanto.
Que nadie sepa solamente Dios.
Quémalas p***to y que el mundo ignore
la inmensa pena que sufriendo está
un hombre joven que mató el engaño;
un hombre bueno que muriendo va;
un hombre joven que mató el engaño,
un hombre bueno que muriendo va.
Te amaba tanto, que a mi santa madre
casi la olvido por pensar en ti
y mira ingrata cómo terminaron
todos los sueños que vivían en mí.
Yo ya no creo que tu amor retorne,
al dulce nido donde ayer nació.
Yo ya no creo que tu blanca mano,
cierre la llaga que en mi pecho abrió.
Yo ya no creo que tu blanca mano,
cierre la llaga que en mi pecho abrió.
Y te perdono, porque aquel que quiso,
nunca maldice lo que ayer besó
y en mí se arrastra sin tomar Venganza,
muere el silencio, como muero yo.
Mas cuando en brazos de otro Ser, dichosa
caigas rendida de placer y amor,
recuerda al menos que has dejado trunca,
una existencia que mató el dolor.
Recuerda al menos que has dejado trunca,
una existencia que mató el dolor.
sólo y enfermo mi desgracia atroz;
que nadie sepa que te quise tanto.
Que nadie sepa solamente Dios.
Quémalas p***to y que el mundo ignore
la inmensa pena que sufriendo está
un hombre joven que mató el engaño;
un hombre bueno que muriendo va;
un hombre joven que mató el engaño,
un hombre bueno que muriendo va.
Te amaba tanto, que a mi santa madre
casi la olvido por pensar en ti
y mira ingrata cómo terminaron
todos los sueños que vivían en mí.
Yo ya no creo que tu amor retorne,
al dulce nido donde ayer nació.
Yo ya no creo que tu blanca mano,
cierre la llaga que en mi pecho abrió.
Yo ya no creo que tu blanca mano,
cierre la llaga que en mi pecho abrió.
Y te perdono, porque aquel que quiso,
nunca maldice lo que ayer besó
y en mí se arrastra sin tomar Venganza,
muere el silencio, como muero yo.
Mas cuando en brazos de otro Ser, dichosa
caigas rendida de placer y amor,
recuerda al menos que has dejado trunca,
una existencia que mató el dolor.
Recuerda al menos que has dejado trunca,
una existencia que mató el dolor.