Los aguaceros de mayo, borraron las huellas que dejo el
caballo, perdieron el rumbo que siguio el jinete.
Bajo de noche aquel gallo, y al ver los relampagos,truenos y rayos, el solo se dijo, es mi
noche de suerte.
Rosita la hija de Antonio, hombre con caracter del
mismo demonio, le entrego su amor a Juan Pablo el
sierreño.
Como el papá se oponia, decidio jugarse aunque bien lo
sabia, que se iba jugando la vida en su empeño.
Un relampago de p***to las sombras pinto del jinete y
del potro y por un instante uno al otro se vieron.
Rosita brinco las cerca y en ancas del cuaco se subio
la puerca y entre la tormenta desaparecieron.
Don Antonio enfurecido donde le pegaron si le habia
dolido, fue una gran ofensa lo que hizo Juan Pablo.
Los matare yo lo juro, pues lo que me hicieron se los
aseguro es como ponerle espuelas al diablo.
Junto a la gente del pueblo los voy a encontrar y de un
arbol los cuelgo, decia enfurecido don Antonio Castro.
Y se trago su coraje, los hombres peinaron aquellos
parajes, pero la tormenta se trago los rastros.
Oculto en una cañada Juan Pablo tranquilo le dice a su
amada, si quieren buscarnos aqui los espero.
y a ellos les digo una cosa, que me la robe para
hacerla mi esposa y antes que a Rosita se llevan mi
cuero.
caballo, perdieron el rumbo que siguio el jinete.
Bajo de noche aquel gallo, y al ver los relampagos,truenos y rayos, el solo se dijo, es mi
noche de suerte.
Rosita la hija de Antonio, hombre con caracter del
mismo demonio, le entrego su amor a Juan Pablo el
sierreño.
Como el papá se oponia, decidio jugarse aunque bien lo
sabia, que se iba jugando la vida en su empeño.
Un relampago de p***to las sombras pinto del jinete y
del potro y por un instante uno al otro se vieron.
Rosita brinco las cerca y en ancas del cuaco se subio
la puerca y entre la tormenta desaparecieron.
Don Antonio enfurecido donde le pegaron si le habia
dolido, fue una gran ofensa lo que hizo Juan Pablo.
Los matare yo lo juro, pues lo que me hicieron se los
aseguro es como ponerle espuelas al diablo.
Junto a la gente del pueblo los voy a encontrar y de un
arbol los cuelgo, decia enfurecido don Antonio Castro.
Y se trago su coraje, los hombres peinaron aquellos
parajes, pero la tormenta se trago los rastros.
Oculto en una cañada Juan Pablo tranquilo le dice a su
amada, si quieren buscarnos aqui los espero.
y a ellos les digo una cosa, que me la robe para
hacerla mi esposa y antes que a Rosita se llevan mi
cuero.