(Silvio Rodríguez)
Esta extraña tarde,
desde mi ventana,
trae la brisa vieja
de por la mañana.
No hay nada aquí:
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad
y nada más
y nada más.
Ahora me parece
que hubiera vivido
un caudal de siglos
por viejos caminos.
No hay nada aquí:
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad
y nada más
y nada más.
Esta extraña tarde,
desde mi ventana,
trae la brisa vieja
de por la mañana.
No hay nada aquí:
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad
y nada más
y nada más.
Ahora me parece
que hubiera vivido
un caudal de siglos
por viejos caminos.
No hay nada aquí:
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad
y nada más
y nada más.