En una pradera idílica, placentera y rumorosa
vivía el Agamenón con su cabra Sinforosa.
Retozaban todo el día sin otra preocupación
que ordeñarla por las noches musitando esta canción:
Ay! si fueras una moza te daría un revolcón
como el César a Cleopatra, Josefina a Napoleón.
El romance terminó expropiando la pradera
y montando en su lugar una gran central lechera.
Y la cabra tiró al monte y él emigró a la ciudad
y añorando a Sinforosa, no paraba de cantar:
Ay! si fueras una moza tú me habrías sido fiel
cual Quijote a Dulcinea o los amantes de Teruel.
Y Agamenón se casó con una moza menuda
con los ojitos saltones, pechugona y bigotuda.
Retozando en la moqueta, cada noche Agamenón
la ordeñaba dulcemente, entonando la canción:
Ay! si fueras una cabra, te amaría "cago en dies"
como Romeo y Julieta o Don Juan y Doña Inés,
como el oso y el madroño o Menéndez y Pidal,
como Daoíz y Velarde, como Ramón y Cajal.
vivía el Agamenón con su cabra Sinforosa.
Retozaban todo el día sin otra preocupación
que ordeñarla por las noches musitando esta canción:
Ay! si fueras una moza te daría un revolcón
como el César a Cleopatra, Josefina a Napoleón.
El romance terminó expropiando la pradera
y montando en su lugar una gran central lechera.
Y la cabra tiró al monte y él emigró a la ciudad
y añorando a Sinforosa, no paraba de cantar:
Ay! si fueras una moza tú me habrías sido fiel
cual Quijote a Dulcinea o los amantes de Teruel.
Y Agamenón se casó con una moza menuda
con los ojitos saltones, pechugona y bigotuda.
Retozando en la moqueta, cada noche Agamenón
la ordeñaba dulcemente, entonando la canción:
Ay! si fueras una cabra, te amaría "cago en dies"
como Romeo y Julieta o Don Juan y Doña Inés,
como el oso y el madroño o Menéndez y Pidal,
como Daoíz y Velarde, como Ramón y Cajal.