Ese invierno pasaba como tanto otros
Quizás un poco mas frió
Por eso buscábamos refugio
Y uno lo oía chocar contra la ventanas que temblaban
Que frío que hace afuera
Psycho Realm o Cortazar en Rayuela
Me quedo con las nubes
Que acarician el pecado
Que derrumban el enfado
Cuando el lado anormal
Se transforma en rutina
Cambiando el estilo, la moral
Las diarias preocupaciones
Se levantan inevitables
Como nuevas estaciones de batalla
Controlando las veredas
Y a todo aquel que sepa, o que pueda
Salir a trabajar, a ganar
o rastrillar, nuevas formas
contenidos milenarios
que no salen en los diarios
pero marcan nuestras vidas
De idas, de venidas o de años en la fila.
...El grito sorprendió a todos los que trabajaban en la oficina.
Y el murmullo paro por un momento, congelando los teléfonos.
El jefe me preguntó si me sentía bien?
- pensé que había perdido un archivo -, le dije y sonrió fingiendo alivio
Mis compañeros, me observaban con asombro.
Lo vi alejarse abriéndose paso entre los escritorios, y note como a medida que pasaba mis compañeros volvían a perder su humanidad y se refugiaban detrás de los teléfonos. Las lapiceras y las teclas retomaban su puesto opaco y enmascarado, como si sus pasos estuvieran llenos de _ una magia siniestra.
¿Por qué mentí?
Algún día alguien debería decir la verdad... supongo...
Quizás un poco mas frió
Por eso buscábamos refugio
Y uno lo oía chocar contra la ventanas que temblaban
Que frío que hace afuera
Psycho Realm o Cortazar en Rayuela
Me quedo con las nubes
Que acarician el pecado
Que derrumban el enfado
Cuando el lado anormal
Se transforma en rutina
Cambiando el estilo, la moral
Las diarias preocupaciones
Se levantan inevitables
Como nuevas estaciones de batalla
Controlando las veredas
Y a todo aquel que sepa, o que pueda
Salir a trabajar, a ganar
o rastrillar, nuevas formas
contenidos milenarios
que no salen en los diarios
pero marcan nuestras vidas
De idas, de venidas o de años en la fila.
...El grito sorprendió a todos los que trabajaban en la oficina.
Y el murmullo paro por un momento, congelando los teléfonos.
El jefe me preguntó si me sentía bien?
- pensé que había perdido un archivo -, le dije y sonrió fingiendo alivio
Mis compañeros, me observaban con asombro.
Lo vi alejarse abriéndose paso entre los escritorios, y note como a medida que pasaba mis compañeros volvían a perder su humanidad y se refugiaban detrás de los teléfonos. Las lapiceras y las teclas retomaban su puesto opaco y enmascarado, como si sus pasos estuvieran llenos de _ una magia siniestra.
¿Por qué mentí?
Algún día alguien debería decir la verdad... supongo...