Érase una vez en Maracaibo
la sombra de una duda
la estación marina
la que si me diera la mano en Granada
no significaría nada
pero si lo hiciera en Provenza
es probable que me convenza
Y así sigo yo, en el siglo XIX
en el siglo XIX
esperando a que se quede
Me sorprendería hacerlo bien
Ella me da la certeza
subiendo las escaleras
con su graciosa manera de andar
mientras pueda la quiero tener siempre cerca
que su mirada despierta
cauce de luz que ha nacido
se gire para mirarme
y me diga contenta que siente lo mismo que yo
Érase una vez en Maracaibo
La llave de mi sosiego
la que me anuncia juegos nuevos
le daría habaneras y sardanas
Y su corazón bailaría
entre virutas de fuego
Pero sigo aquí en el siglo XIX
sigo en el siglo XIX
Esperando a que se quede
Me sorprendería hacerlo bien
Ella me da la certeza
subiendo las escaleras
con su graciosa manera de andar
mientras pueda la quiero tener siempre cerca
que su mirada despierta
cauce de luz que ha nacido
se gire para mirarme
y me diga contenta que siente lo mismo que yo
la sombra de una duda
la estación marina
la que si me diera la mano en Granada
no significaría nada
pero si lo hiciera en Provenza
es probable que me convenza
Y así sigo yo, en el siglo XIX
en el siglo XIX
esperando a que se quede
Me sorprendería hacerlo bien
Ella me da la certeza
subiendo las escaleras
con su graciosa manera de andar
mientras pueda la quiero tener siempre cerca
que su mirada despierta
cauce de luz que ha nacido
se gire para mirarme
y me diga contenta que siente lo mismo que yo
Érase una vez en Maracaibo
La llave de mi sosiego
la que me anuncia juegos nuevos
le daría habaneras y sardanas
Y su corazón bailaría
entre virutas de fuego
Pero sigo aquí en el siglo XIX
sigo en el siglo XIX
Esperando a que se quede
Me sorprendería hacerlo bien
Ella me da la certeza
subiendo las escaleras
con su graciosa manera de andar
mientras pueda la quiero tener siempre cerca
que su mirada despierta
cauce de luz que ha nacido
se gire para mirarme
y me diga contenta que siente lo mismo que yo