Nicolás salió contento del trigésimo fracaso;
no sabe leer arreglos, apenas lee castellano.
Pero sí que toca el piano, como le enseñó su padre,
bien milonga, bien tumbado, algo descontrolado.
Pero, típica, la orquesta prefiere un profesor.
Esta vez me voy en serio, me cruzo el charco de barro;
afino el repique, el chico y dejo de tocar tangos.
Pero no pierdo la herencia del convento en San Cristóbal,
esa yumba nos hermana y también nos interroga:
Por qué acá para ser negro hay que estar en Uruguay ?
En su memoria de sangre,
dolor wolof de los antepasados encadenados en Goreé
y apretados en un barco como piezas apiladas de ajedrez.
Se alejó hacia el horizonte como el último mohicano,
llevó la foto del mudo, pero malvendió su piano.
En el barco por la borda se miraba reflejado,
divisó la costa hermana con los ojos colorados.
Por qué acá para ser negro hay que estar en Uruguay ?
Mirá que pueblo tan manso, como no pueden odiar.
Mirá que pueblo tan fuerte como pueden aguantar.
no sabe leer arreglos, apenas lee castellano.
Pero sí que toca el piano, como le enseñó su padre,
bien milonga, bien tumbado, algo descontrolado.
Pero, típica, la orquesta prefiere un profesor.
Esta vez me voy en serio, me cruzo el charco de barro;
afino el repique, el chico y dejo de tocar tangos.
Pero no pierdo la herencia del convento en San Cristóbal,
esa yumba nos hermana y también nos interroga:
Por qué acá para ser negro hay que estar en Uruguay ?
En su memoria de sangre,
dolor wolof de los antepasados encadenados en Goreé
y apretados en un barco como piezas apiladas de ajedrez.
Se alejó hacia el horizonte como el último mohicano,
llevó la foto del mudo, pero malvendió su piano.
En el barco por la borda se miraba reflejado,
divisó la costa hermana con los ojos colorados.
Por qué acá para ser negro hay que estar en Uruguay ?
Mirá que pueblo tan manso, como no pueden odiar.
Mirá que pueblo tan fuerte como pueden aguantar.